El jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán, el general Austin Scott Miller, abandonó su cargo este lunes en el marco de la retirada definitiva de las tropas extranjeras, mientras los talibanes ganan terreno de manera continua.

Durante una ceremonia en Kabul, el general Miller, que lideraba desde septiembre de 2018 las fuerzas de la coalición en Afganistán, transmitió su mando al general Kenneth McKenzie, jefe del Mando Central de Estados Unidos (Centcom), con base en Florida (sur de EEUU) y responsable de las actividades de su país en Oriente Medio y Asía Central y del sur.

Este cambio de mando es uno de los últimos gestos simbólicos previos a la partida definitivo de Afganistán de las tropas extranjeras, que debe concretarse antes de fines de agosto.

Esta retirada, efectiva ya en un 90% en cuanto al ejército estadounidense, pondrá fin a 20 años de intervención militar de una coalición de la OTAN, liderada por Estados Unidos y que entró en Afganistán en octubre de 2001, luego de los atentados del 11 de septiembre.

Tiene lugar en plena ofensiva de los talibanes, lanzada a fines de mayo aprovechando el inicio de la retirada de las tropas extranjeras, y que les ha permitido apoderarse de amplias partes del territorio afgano, frente a un ejército nacional privado ahora del crucial apoyo aéreo estadounidense.

Los insurgentes, que conquistaron parte del norte del país, áreas que históricamente les había costado tomar, afirman controlar ya el 85% del territorio afgano, una cifra rebatida e imposible de verificar de forma independiente.

Las fuerzas gubernamentales, en tanto, retienen poco más que una constelación de capitales provinciales que deben ser abastecidas y reforzadas por aire.

Este lunes continúan los combates en varias provincias, entre ellas Kandahar (cuna y bastión histórico de los talibanes), Helmand y Nimroz.