El Premio Nobel de la Paz 2020 fue atribuido este viernes al Programa Mundial de Alimentos (PMA) por su esfuerzo para combatir el hambre en el mundo, en particular en Yemen, país en guerra donde millones de personas están al borde de la hambruna.

El brazo alimentario de la ONU, el PMA, brinda víveres todos los meses a millones de personas en Yemen, el país más pobre de la península Arábiga, donde una guerra devastadora enfrenta al gobierno con insurgentes desde 2014.

La más vasta operación de emergencia

Con el objetivo de alimentar a 13 millones de personas por mes, entre ellas 1,1 millones de mujeres y niños menores de cinco años, la operación del PMA en Yemen es considerada la más amplia respuesta de emergencia del mundo.

Este país, con unos 29 millones de habitantes, atraviesa la peor crisis humanitaria del orbe, de acuerdo con la ONU.

Ésta y las oenegés de ayuda internacional han hecho sonar frecuentemente la alarma sobre las desastrosas consecuencias de este conflicto, que ha provocado decenas de miles de muertes desde la intervención en 2015 de una coalición militar liderada por Arabia Saudita, en apoyo al gobierno en la lucha contra rebeldes hutíes chiitas, cercanos a Irán.

Más de 20 millones de yemeníes se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, según el PMA.

El futuro se percibe aún más sombrío para este país a causa de la pandemia de covid-19.

– Operaciones –
El PMA distribuye alimentos todos los meses directamente o a través de cupones.

Cada familia de al menos seis personas recibe una ración mensual de harina de trigo, legumbres secas, aceite vegetal, azúcar y sal.

La organización también dona dinero en regiones donde los lugareños pueden obtener los alimentos básicos en tiendas, por un monto equivalente a 12 dólares (poco más de 10 euros) por persona al mes.

Además, el PMA provee refrigerios cotidianos –barras de dátiles o galletas energéticas– a unos 950.000 escolares.

Sin olvidar la ayuda alimentaria proporcionada a unos 8.500 refugiados del Cuerno de África, albergados en el campamento de Jaraz, en la provincia de Lahj (sur).

– Necesidad de una ayuda financiera urgente –
Según la coordinadora humanitaria de la ONU para Yemen, Lise Grande, este año solamente se recibieron 1.000 millones de dólares sobre los 3.200 millones que el país necesita.

La falta de asistencia financiera conduce a suspender las operaciones de ayuda.

En septiembre, la ONU señaló que se había suspendido una ayuda importante para 300 clínicas, y que más de un tercio de sus programas humanitarios mayores se habían reducido o detenido por completo.

El PMA enfrenta una grave escasez de fondos y necesita de manera urgente más de 500 millones de dólares “para garantizar una asistencia alimentaria sin interrupción hasta marzo de 2021”.

– Relaciones difíciles con los rebeldes –
El PMA mantiene relaciones difíciles con los rebeldes hutíes, acusados en 2018 de “comportamiento criminal” y de haber vendido productos alimenticios que estaban destinados a la población civil.

La organización detuvo las entregas de ayuda en las zonas bajo control rebelde durante dos meses e impuso un procedimiento de reconocimiento biométrico con el objetivo de evitar los desvíos de la asistencia.

En 2019, alcanzó un acuerdo con los hutíes que ofrecieron garantías para que la ayuda llegara a los civiles.

Las agencias humanitarias también se han quejado del deterioro de la situación en el norte del país controlado por los insurgentes, con trabajadores bajo riesgo de ser detenidos o intimidados, entre otros.

En febrero pasado, los rebeldes anunciaron haber desechado la amenaza de imponer tasas a las ayudas.

Por su parte, los insurgentes acusaron al PMA de haber enviado a Yemen cantidades de comida “podrida”, cuya fecha de caducidad había expirado, y de encontrarse “a sueldo de Estados Unidos y Gran Bretaña”.

Una fuente de la ONU entonces explicó que la ayuda alimentaria destinada a las poblaciones de la gobernación de Taiz (sur) había sido “retenida durante meses”.