El presidente liberal Emmanuel Macron se dio 100 días para superar la actual crisis política y social vinculada a su impopular reforma de las pensiones y relanzar su mandato. ¿Pero cuáles son sus principales retos?

“Tenemos ante nosotros 100 días de apaciguamiento, de unidad, de ambición y de acción al servicio de Francia”, dijo el lunes por la noche Macron en un discurso televisado, precisando que hará un “primer balance” de la situación el 14 de julio.

“Apaciguar” el conflicto

Francia vive una crisis política y social desde enero por esta reforma que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030 y adelanta a 2027 la exigencia de cotizar 43 años, y no 42, para cobrar una pensión completa.

Ante las mayores protestas sociales contra una reforma social en tres décadas, Macron no cedió e incluso decidió en marzo adoptar por decreto la reforma, al temer de perder el voto en el Parlamento donde el oficialismo carece de mayoría absoluta.

Tras la rápida promulgación en la madrugada del sábado de la ley, que entrará en vigor para el “otoño” boreal, Macron se propuso calmar la tensión en los próximos meses, al tiempo que quiere seguir adelante con su agenda reformista.

“Parece haber un ligero deseo de decir que la etapa de las pensiones terminó, y que es hora de pasar página. Pero para muchos franceses no es así”, explicó a la agencia AFP Antoine Bristielle, analista de la Fundación Jean Jaurès.

Los sindicatos ya convocaron una “movilización excepcional” el 1 de mayo, con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, y rechazaron las propuestas de reunión del presidente hasta esta fecha.

La oposición también está lejos de dejarlo pasar. La izquierda presentó una segunda petición para convocar un referendo para limitar la edad de jubilación a 62 años, sobre la que el Consejo Constitucional debe pronunciarse el 3 de mayo tras rechazar una primera.

En la calle, los manifestantes buscan perturbar las visitas que Macron quiere reanudar.

Este miércoles, la policía hizo retroceder a un centenar de personas que protestaban con cacerolas en Muttersholtz (noreste), unas horas antes de la llegada del presidente para visitar una empresa.

Forjar una mayoría estable

Apenas un año tras su reelección, el oficialismo todavía debe afrontar cuatro años que pueden complicarse si no consigue apoyos en la Asamblea Nacional (cámara baja).

Macron le pidió a la primera ministra, Elisabeth Borne, “ampliar” su mayoría “tanto como pudiera”, buscando por ejemplo el apoyo del partido derechistas Los Republicanos (LR), cuyos 62 diputados podrían asentar la mayoría presidencial.

El líder de LR en la Asamblea, Olivier Marleix, frenó rápidamente la idea: “No habrá ni coalición ni pacto de gobierno”. La reforma de las pensiones dividió profundamente a su grupo.

Macron no se rinde, y entre las iniciativas nombradas, propuso “reforzar el control de la inmigración ilegal”, algo que ya estaba contemplado en su programa electoral y que interesa a LR.

El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ya presentó en febrero un proyecto de ley sobre la inmigración, que tuvo que retirar al no contar con los apoyos suficientes.

Ahora pretende relanzarlo y el líder de LR, Éric Ciotti, indicó a la AFP que si Darmanin “se alinea” con ellos, podrían negociar. Su partido rechaza la regularización de trabajadores sin papeles en Francia.

Restaurar la confianza

Emmanuel Macron vive la primera gran crisis de su segundo mandato, mientras sus detractores cuestionan el funcionamiento de la democracia francesa.

“Lo que estamos viviendo es la repetición de los chalecos amarillos, pero mucho más grave, existe ese mismo sentimiento de no ser escuchado”, dijo Pierre Rosanvallon en la cadena TMC.

Para este historiador y sociólogo, Francia atraviesa “la crisis democrática más grave” desde que terminase la guerra de Independencia de Argelia, en 1962.

En abril de 2022, Macron fue reelegido con un 58,5% de votos, en parte gracias a un cordón sanitario contra su rival, la derechista Marine Le Pen.

Un año después, las encuestas muestran un deterioro de la confianza en Macron, cuya popularidad está por debajo del 30%, y en las instituciones, así como un avance en intención de voto de Le Pen, para quien el mandatario “dio de nuevo la espalda” a los franceses durante su discurso.