“Salarios altos, altas cualificaciones, alta productividad”, fue la promesa del primer ministro Boris Johnson ante su Partido Conservador.

Lo anterior, defendiendo una gran reforma que, tras el Brexit, libere a la economía británica de su dependencia de mano de obra extranjera barata.

Johnson centró su discurso en recordar que el país se encuentra inmerso en un periodo de transformación de un modelo laboral basado en la precariedad y hacia una economía de altos sueldos, de alta formación y bajos impuestos.

Johnson destacó que es la economía del G7 que más rápido está creciendo y creando empleo. Esto, gracias a que fue la primera en tener la vacuna contra el covid-19 y en levantar las restricciones de la pandemia.

Pero no ha mencionado las colas en las gasolineras ni las estanterías vacías en los supermercados.

Reiteró su promesa electoral de nivelar el país y descentralizarlo, ya que este fue el motivo por el que le votaron los electores tradicionales.

“La respuesta a las tensiones actuales, que son básicamente una consecuencia de la reactivación económica, no es tirar de la misma vieja palanca de la inmigración descontrolada”, afirmó.

El Reino Unido tiene un problema de falta de mano de obra, que afecta a todos aquellos sectores donde antes trabajaban los ciudadanos europeos temporales.

Esto provocó una falta de transportistas que afecta al suministro de combustible a numerosos sectores de la economía.

Generó además otro problema de sobreproducción de cerdos en las granjas que está obligando a sacrificarlos en vano.

Repleto de su tradicional sentido del humor burlón, el discurso del primer ministro presentó más carisma que medidas concretas. Estas, a penas resumidas a primas de hasta 4.000 dólares para reclutar profesores.

Tensiones con Francia y dichos de Johnson

Johnson tiene además un frente abierto con Francia. Las relaciones bilaterales a ambos lados del Canal de la Mancha se degradaron en los últimos meses por la aplicación del acuerdo del Brexit.

Hay dos puntos de tensión, uno es la pesca y otro es la inmigración.

En cuanto a la pesca, la tensión se ha incrementado porque el Gobierno británico ha aprobado solamente una tercera parte de todas las licencias de pesca solicitadas por los pescadores franceses.

Francia y Reino Unido acordaron en las negociaciones del Brexit que concedería las licencias a aquellos pescadores que probaran que faenaban en aguas británicas antes del Brexit.

Pero el Reino Unido ha incluido criterios que no estaban acordados y que los franceses no saben cuáles son y por eso han rechazado los permisos.

La otra tensión es en la frontera porque el Reino Unido ha amenazado con no pagar a Francia los 62 millones de euros acordados para incrementar los controles de la inmigración ilegal en suelo francés.

¿Y el cambio climático?

A pocas semanas de acoger la cumbre climática COP26 en la ciudad escocesa de Glasgow, Johnson abordó de forma tangencial el cambio climático.

“La determinación del mundo se pondrá a prueba ¿podemos mantener viva la ambición de París de impedir que el planeta se caliente más de 1,5 grados? El gobierno no puede hacerlo solo y los contribuyentes no pueden hacerlo solos”, lanzó.

Y urgió a la participación del sector privado, poniendo como ejemplo los campos de aerogeneradores marinos frente a las costas británicas.

Con su habitual desenvoltura, la víspera el primer ministro pedaleó sobre una bicicleta eléctrica, se subió a un tractor eléctrico y jugó con un rompecabezas para ensamblar una casa neutra en carbono en los estands de expositores presentes de la conferencia.

Pero en el conjunto del congreso, a diferencia del Brexit, el cambio climático quedó relegado a un segundo plano, una “señal perjudicial” en opinión de Rebecca Newsom, responsable de políticas de Greenpeace en el Reino Unido.

Johnson incluso atacó a quienes desde hace semanas protestan contra la inacción climática en torno a Londres con desobediencia civil.

“Esas personas que se pegan a las carreteras” a las que “no llamo manifestantes legítimos” sino “molestias que bloquean a las ambulancias e impiden a la gente hacer su vida diaria”, afirmó.

Finalmente, aplaudió que su ministra del Interior promueva “nuevos poderes para meterlos en la cárcel, donde deben estar”.