Mientras el presidente Joe Biden visitó la escuela de Texas donde ocurrió una masacre esta semana, el Gobierno anunció que indagará las denuncias de lentitud en la respuesta policial.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa, Jill, visitaron este domingo la escuela de Uvalde (Texas) en la que el martes se produjo un tiroteo en el que murieron 19 niños (en su mayoría de 10 años) y dos maestras.

Los Biden pasearon durante varios minutos ante el memorial dedicado a las víctimas, mantuvieron una conversación con la directora de la escuela, Mandy Gutiérrez, y con el superintendente del distrito escolar, Hal Harrell, y luego asistieron a una misa en honor a los fallecidos.

Tras la misa, también se reunieron con supervivientes del tiroteo y familiares de las víctimas, un encuentro que fue a puerta cerrada.

En el memorial a las víctimas, el presidente y su esposa depositaron un ramo de flores, leyeron detenidamente los nombres de los fallecidos y acariciaron algunas de sus fotografías. Pudo observarse a Biden con lágrimas en los ojos.

La misa, a la que acudieron unas 600 personas, tuvo lugar en la Iglesia católica del Sagrado Corazón de Uvalde, a cuya entrada recibió a la pareja presidencial el arzobispo Gustavo García Siller.

Poco tiempo antes de que se celebrase en inglés la misa a la que asistió Biden, se había celebrado otra en español.

Es la misma iglesia en cuyo aparcamiento anoche se celebró una vigilia a la que acudieron decenas de personas que cantaron y leyeron una a una las historias de cómo eran los niños fallecidos.

Rubén Cárdenas, que trabajaba con Joe García -quien murió de un ataque al corazón tras perder a su esposa Irma, una de las maestras asesinadas en la masacre- valoró positivamente en declaraciones a Efe la presencia del presidente mientras hacía fila para entrar en la misa este domingo.

“Diga lo que diga, saldrá de su corazón. Está aquí para dar su consuelo a las familias, para decirles que no se les olvidará. El mundo entero está paralizado por lo que ha ocurrido a estos niños pequeños”, aseguró.

Gobierno investigará respuesta policial

El Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció este domingo que investigará la respuesta policial en el tiroteo.

En un comunicado, el portavoz del Departamento de Justicia Anthony Coley anunció la investigación, cuyos resultados serán públicos y que se abre a raíz de una petición del alcalde de Uvalde, Don McLaughlin, después de que la actuación de la Policía haya sido duramente cuestionada por su aparente lentitud.

Según indicaron desde el Gobierno estadounidense, el objetivo de la pesquisa es obtener una versión independiente de la respuesta por parte de las Fuerzas de la Ley y de cada una de sus acciones en la jornada del 24 de mayo, cuando se produjo la masacre.

Además, se espera que las conclusiones a las que se llegue puedan servir para identificar problemas y actualizar los protocolos de actuación para futuros tiroteos.

El director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw, reconoció el viernes en una rueda de prensa que el hecho de que los agentes de Policía no derribaran la puerta del aula en que se hallaba el autor de los disparos fue una “decisión incorrecta” y culpó de ella al máximo responsable policial que en ese momento se encontraba en el colegio.

Varios medios aseguraron el sábado que ese responsable era Pedro “Pete” Arredondo, el jefe de Policía del Distrito Escolar de Uvalde, que hace ya varios días que no aparece en las ruedas de prensa sobre la situación.

Según contó McCraw, después de haber oído múltiples disparos en el aula y considerar que las balas ya solo se dirigían a la puerta cuando los agentes trataban de acceder, el citado jefe interpretó que ya no quedaba nadie con vida dentro salvo el agresor.

Por tanto, optaron por esperar, hasta que finalmente un equipo de la Patrulla Fronteriza entró en el aula tras un escudo y el atacante, Salvador Ramos, salió de un armario de la clase y empezó a dispararles, momento en que le abatieron a tiros.

En el suelo del aula, los agentes se encontraron a los niños, muchos de ellos ya fallecidos, pero algunos todavía vivos, incluida Miah Cerrillo, de 11 años, que se untó la sangre de otro alumno en el cuerpo para hacerse la muerta.