Además del próximo presidente, los estadounidenses votan este martes para renovar la Cámara de Representantes y una tercera parte de los escaños del Senado.

Y en estos comicios los demócratas esperan arrebatarle la mayoría a los republicanos, el partido en el poder.

La elección a senadores es prácticamente igual de importante que las presidenciales en un país donde la cámara alta tiene un peso especial de decisión y fiscalización de las acciones del mandatario.

¿Qué puede hacer un presidente si tiene al Senado en contra en un país donde los senadores pueden bloquear su labor?

Pues poco o gobernar por decreto, porque la cámara alta estadounidense promulga leyes, controla el gasto público y tiene la potestad de enjuiciar a funcionarios del Gobierno y aprobar nombramientos como jueces y tratados.

El Senado estadounidense está compuesto por 100 escaños, dos por cada estado y son elegidos de forma directa (es decir gana el candidato más votado en el Estado) por un periodo de seis años. Cada dos se renueva un tercio (33).

Este martes se renuevan 35 más un tercio de la Cámara, a los que hay que sumar dos senadores suplementarios tras la muerte de John McCain y la renuncia por problemas de salud de Johnny Isakson, ambos republicanos.

Actualmente los republicanos tienen la mayoría con 53 senadores, los demócratas tienen 45 y hay 2 independientes, pero dentro del grupo parlamentario demócrata.

Los de Joe Biden esperan retomar el control senatorial por primera vez desde 2004.

12 de los escaños que están en juego este 3 de noviembre son demócratas y tendrían que ganar al menos cuatro más para obtener la mayoría. Según las encuestas, hay varios estados donde podrían lograrlo.

En Arizona, el candidato demócrata, el astronauta y militar Mark Kelly, muy popular, tiene chances de ganarle a la republicana Martha McSally.

También en Georgia podrían crear la sorpresa y ganar uno de los dos escaños de este estado conservador. Lo mismo en el estado de Maine.

Los focos estarán especialmente puestos en Carolina del Sur, donde Lindsey Graham, muy cercano a Trump y presidente de la poderosa comisión judicial, se mide con Jamie Harrison, que consiguió una cifra récord para su campaña, nada más y nada menos que 57 millones de dólares.

Hay otros estados en los que, sin embargo, no hay ningún tipo de duda como Alabama, que será reconquistado por los republicanos.