El Ministerio de Defensa de Sri Lanka ordenó este martes a las fuerzas de seguridad que disparasen para detener las protestas, donde a pesar del toque de queda se volvieron a vivir focos de disturbios, después de que el lunes los incidentes causaran ocho muertos y más de 200 heridos.

Las autoridades extendieron hasta el jueves el toque de queda impuesto el lunes, pero no fue suficiente para evitar que los manifestantes salieran a las calles para pedir la dimisión del presidente, Gotabaya Rajapaksa, después de que abandonara ayer el puesto su hermano y ahora ex primer ministro Mahinda Rajapaksa.

Fueron precisamente los partidarios del clan Rajapaksa los que desencadenaron la violencia el lunes, al irrumpir con palos y barras de hierro contra las manifestaciones pacíficas de grupos antigubernamentales que pedían desde hace semanas las dimisiones por la grave crisis económica que atraviesa la isla.

Sin embargo, lejos de disolver las protestas antigubernamentales, los ataques provocaron una inesperada reacción, con los manifestantes descargando su ira contra miembros del partido del Gobierno y sus seguidores.

La jornada de violencia del lunes dejó ocho muertos -incluyendo a un parlamentario que mató a un manifestante antes de suicidarse-, además de 218 heridos, y aunque la intensidad de los disturbios disminuyeron, este martes se volvieron a repetir algunos conatos de violencia.

Disparar contra violentistas

La dimisión de Mahinda Rajapaksa, anunciada la tarde de ayer, no pareció calmar los ánimos, y este martes los manifestantes rodearon durante horas una base naval ante el rumor de que se cobijase en su interior el que fuera presidente de Sri Lanka entre 2005 y 2015.

“La base naval está rodeada de manifestantes porque hay información de Colombo de que Mahinda Rajapaksa ha venido aquí por su seguridad. La Marina está vigilando fuertemente la base”, dijo a Efe un residente de la zona, que pidió no ser identificado.

Durante esta nueva jornada de protestas, grupos de manifestantes volvieron a quemar propiedades de individuos próximos al Gobierno, así como derribar estatuas relacionadas con los Rajapaksa, según revelaron varios vídeos publicados en las redes sociales.

Una escalada de violencia que el Ministerio de Defensa buscó detener de raíz, al ordenar esta tarde a sus fuerzas que disparen contra los manifestantes violentos.

“El Ministerio de Defensa ha ordenado a las fuerzas (de seguridad) que disparen contra cualquier persona involucrada en el robo de propiedad pública o que cause daños a individuos”, informó a los medios el ministerio.

En este ambiente hostil, el presidente Gotabaya Rajapaksa llamó a la nación a “mantener la calma y detener la violencia y los actos de venganza contra los ciudadanos, independientemente de sus afiliaciones políticas”.

“Se harán todos los esfuerzos para restaurar la estabilidad política a través del consenso, dentro del mandato constitucional y para resolver la crisis económica”, agregó en Twitter.

Y es que tras los disturbios de ayer, manifestantes antigubernamentales salieron hoy a las calles a registrar vehículos en busca de simpatizantes de los Rajapaksa que participaron en las protestas del lunes, o se instalaron en las cercanías de los aeropuertos para evitar que miembros del clan se fuguen del país.

Vacío de poder

La renuncia del primer ministro causó también la disolución del gabinete, mientras que el presidente, que encabeza el Ejecutivo, llamó a un Gobierno de unidad, una inestabilidad que puede ser aprovechada por el Ejército para tomar el poder, advirtió a Efe el columnista esrilanqués especializado en política Kusal Perera.

“La anarquía prevalecerá. Estos manifestantes continuarán las protestas violentas. Solo ha dimitido el primer ministro y el presidente continúa. No hay Gobierno ahora. La forma en que van las cosas podría llevar a los militares a tomar el control cuando el país no tiene Estado de derecho”, sostuvo Perera.

De hecho, medios locales informaron de que el portavoz del Parlamento instó este martes al presidente a reunir a la Cámara para discutir la situación vigente, aunque Perera insiste en que esta medida no resolverá la crisis, porque ningún diputado “acudirá al Parlamento debido al riesgo de ataques”.

Consternación internacional

Este incremento de la tensión en la isla no ha sido ignorada por parte de la comunidad internacional.

La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, pidió hoy al Gobierno de Sri Lanka que evite más violencia y que haya un diálogo para abordar los sufrimientos de la población.

“Es preocupante esta escalada de violencia después de que los simpatizantes del primer ministro atacaran a manifestante pacíficos en Colombo y la multitud respondiera con violencia contra miembros del partido gobernante”, explicó Bachelet en un comunicado.

Desde la vecina India, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Arindam Bagchi, trasladó este martes a los medios el pleno apoyo de Nueva Delhi a la “democracia, estabilidad y recuperación económica” de Sri Lanka, al tiempo que recordó la ayuda de 3.500 millones de dólares que la India brindó a la nación isleña por la crisis.