La movilización contra el golpe de Estado no decae en Birmania y este viernes una multitud volvió a salir a las calles, pese a que la junta militar aumenta los arrestos de los opositores.

Las nuevas sanciones de Estados Unidos contra los generales no parecen hacer efecto en los militares.

Más de 250 personas están actualmente detenidas desde la intervención del 1 de febrero contra el gobierno civil de Aung San Suu Kyi, según una ONG de ayuda a los prisioneros políticos.

Entre ellos figuran autoridades locales, diputados, miembros de la comisión electoral y activistas. El miedo a las represalias está muy presente en el país.

El martes, la policía abrió fuego contra algunos manifestantes y causó varios heridos. Una mujer, que recibió un disparo en la cabeza, está en estado crítico.

Este viernes, las fuerzas de seguridad dispararon balines de goma para dispersar brutalmente una manifestación en el sur del país, según un periodista de la AFP. Al menos cinco personas fueron detenidas.

Aún así, cientos de miles de birmanos salieron de nuevo a la calle para exigir la liberación de los detenidos, el fin de la dictadura y la abolición de la Constitución de 2008, muy favorable al ejército.

En Rangún, la capital económica, futbolistas profesionales y seguidores se manifestaron, con camisetas rojas con los colores de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Aung San Suu Kyi.

¡No vayan a trabajar!

“¡No vayan a trabajar!”, “¡nuesta revuelta tiene que ganar!” gritaban cientos de profesores en Miek (sur).

En Naipyidó, la capital, los manifestantes en moto tocaron las bocinas e hicieron el saludo con tres dedos, un gesto de resistencia.

Decenas de miles de birmanos se han movilizado en estos últimos siete días, unas protestas inéditas desde la “Revolución del Azafrán”, en 2007.

Policías, controladores aéreos, profesores, personal sanitario y un número importante de funcionarios se declararon en huelga.

El jefe de la junta, Min Aung Hlaing, lanzó una advertencia contra los funcionarios paralizados contra quienes prometió “acciones eficaces” por “incumplir sus obligaciones (…) incitados por personas sin escrúpulos”.

En paralelo, 23.314 prisioneros, entre ellos 55 extranjeros, serán puestos en libertad, y otros verán su condena reducida, anunció el diario estatal Global New Light Of Myanmar. Por el momento se desconocen los detalles.

Las amnistías masivas de prisioneros para hacer sitio en establecimientos hacinados son frecuentes y suelen anunciarse con motivo de fechas importantes del calendario birmano. Este viernes es festivo en el país.

Ming Yu Hah, de Amnistía Internacional, calificó esta iniciativa de “espectáculo paralelo para desviar la atención de los abusos diarios cometidos por las autoridades militares contra los Derechos Humanos”.

La situación en el país sigue estando en la mira de la comunidad internacional.

Washington bloqueará activos y las transacciones en Estados Unidos de 10 militares o uniformados retirados, que se consideran responsables del golpe de Estado, entre ellos Min Aung Hlaing.

Pero los generales birmanos no poseen grandes intereses en Estados Unidos, al menos no como en Singapur, y este tipo de medidas no han evitado que la junta siga al frente del país desde hace años, afirman observadores.

El Reino Unido y la Unión Europea también han amenazado con sanciones.

Este viernes, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU celebrará una sesión extraordinaria sobre Birmania.

La posición de China y Rusia, apoyos tradicionales del ejército birmano en las Naciones Unidas, estará en el centro de la reunión.

“Falsas informaciones”

Por otro lado, gigantes de internet – como Facebook, Google y Twitter – criticaron un proyecto de ley sobre la ciberseguridad que permitirá a la junta prohibir páginas web y obligar a las redes sociales a transmitir datos de los usuarios.

Facebook declaró que reduciría la visibilidad del contenido procedente del ejército por haber “continuado difundiendo falsas informaciones” tras la toma de poder.

La plataforma, principal medio de comunicación para millones de birmanos, añadió que las autoridades tampoco podrán pedirles que supriman publicaciones.

El ejército cuestiona las elecciones legislativas de noviembre, ganadas por abrumadora mayoría por la LND. Los observadores internacionales no han constatado problemas.

Los generales temían que su influencia disminuyese tras la victoria de Aung San Suu Kyi, si esta hubiera querido modificar la Constitución.

La Premio Nobel de la Paz, que según su partido se encuentra bien y en arresto domiciliario en Naipyidó, sigue siendo venerada en su país, pese a las recientes críticas internacionales por su pasividad ante los abusos contra la minoría musulmana de los rohinyás.