Encapuchados armados, controlan quien entra a la localidad. Cuando el alcalde lo intenta, tiene que retornar por temor a ser asesinado. En tanto, la fundación de Shakira intenta contrastar la cruda realidad, construyendo una escuela.

Tibú es un nombre corto para una localidad que hizo historia, pero de la forma más negativa posible, debido a la alta cantidad de cultivos de coca disponibles sin que nadie detenga la situación.

A nivel mundial, el tráfico de drogas crece con los años. Un reciente informe oficial sobre este tema, reveló que ni en tiempos de pandemia frenaron las actividades de distribución de estas.

Sudamérica no escapa a esta realidad, desde la producción de la hoja de coca, cuya elaboración y exportación (de lo procesado) hace que esta franja de América sea señalada de forma negativa en algunas de sus regiones.

La situación tiende a empeorar cuando los informes, como el que se citará en esta nota, identifican a una localidad sudamericana como la que ostenta la mayor cantidad de coca en el planeta. Sin duda, un dato nada alentador de una región de por sí aquejada con conflictos serios de seguridad, política, debacle económica y más.

Tibú: una localidad marcada por la belleza y la hoja de coca

En el norte de Santander, al nordeste de Colombia, figura Tibú en el mapa de un país con hermosos contrastes, tanto culturales como naturales. El verdor de la selva, sin embargo, no siempre representa el color esperanza.

A simple vista, parece un asentamiento urbano, que cuenta con arquitectura colonial en algunos de sus edificios y una atracción turística llamada Pozo Azul, un remanso acuático de aguas tropicales que forma parte de la oferta turística del lugar.

Hasta Booking.com ofrece departamentos completos para alojarse y vivir la experiencia de una zona no tan moderna, pero pintoresca, hasta que aparecen las referencias negativas en portales noticiosos.

El anterior, es el caso del periódico español El País, que se refirió a este como el pueblo con más plantación de coca del planeta. Sin duda, una puntuación que deja prácticamente sin estrellas en las respectivas referencias.

Por si quedaba algo que considerar en lo positivo, cuenta con 59.536 habitantes, pero tiene más muertes registradas que residentes: 88.566 en los últimos años, a causa de la violencia.

El contraste de algunos lugares naturales y los sembradíos de coca en Tibú
Tibú / turismo

El primer lugar de cultivos de coca en el mundo está en Sudamérica

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, reveló en su informe reciente que Tibú cuenta con 22 mil hectáreas de sembradíos de coca. A manera de ejemplo, esto es igual a la superficie combinada de 4 de las comunas más grandes de la Zona Oriente de Santiago: Las Condes, La Reina, Peñalolén y La Florida.

Esta zona es fronteriza con Venezuela, en la parte norte de Santander. Catatumbo, que es parte de ese territorio, es considerada una de las zonas rojas donde la muerte acecha desde su historia reciente.

El líder paramilitar del Ejercito de Liberación Nacional (ELN) Carlos Castaño, junto a Salvatore Mancuso, controlaban la actividad armada y tráfico de drogas, matando a 12.427 personas. Más de 300 fueron desaparecidas. Los ejecutaban y arrojaban a ríos o fosas comunes (entre 1999 y 2004).

En la actualidad, un pueblo donde hay color, cultura y llamados a hacer turismo, ahoga en su grito los incidentes con “bombas, masacres, secuestros, asesinatos, extorsiones, reclutamiento a menores de edad…”, según la investigación de El País.

Los habitantes dicen que todo está bien, en cierta medida, pero el gesto es más elocuente que la palabra misma.

“Aquí no roban. Puedes andar con el teléfono en la mano sin problema. El peligro es que explote una bomba o que te maten”. La referencia es clara porque el que es descubierto robando, es asesinado, pero por los grupos que se tomaron la potestad de ejercer la ley en una clara ambivalencia, pues, a la vez, son los que la quebrantan.

Tibú: el pueblo colombiano con más coca del planeta
UNODC / ONU

Tibú: sin alcalde, fiscal, imperio de la ley, ni autoridades

El 26 de septiembre del 2016, se firmó el acuerdo final de la paz en Colombia. En Tibú, no obstante, el tiempo parece estancado en tiempos de guerra.

En un acto criminal perpetrado por grupos armados -que además se disputan el territorio por la producción de la hoja de coca y distribución de la “mercancía”- el alcalde Nelson Leal López tuvo que escapar a Cúcuta cuando dos camionetas blindadas fueron destruidas en un plan fallido para asesinarlo.

Tampoco hay fiscal en el pueblo, ya que en 2021 fue asesinada Esperanza Navas, quien tenía a su cargo 400 causas por cultivos ilícitos y homicidios.

“Nos toca comenzar a recuperar el territorio, pero para eso necesitamos de las instituciones del Estado, y articular el trabajo con la fuerza pública para que las comunidades vuelvan a confiar en su policía”, asegura Leal López.

Sin embargo, cuando el jefe edilicio está cerca de aterrizar en Tibú, le informan de un nuevo plan para atentar contra su vida y debe retornar a territorio seguro.

No es para menos. Previo a una audiencia judicial que se celebraría en esa localidad, en 2019, fueron asesinados el secretario del despacho, el perito judicial y 11 personas más resultaron heridos, entre ellos el juez, tres militares y tres policías.

Al intentar ingresar a esta “tierra de nadie”, se contemplan varios retenes que aparentemente son de policías o trabajadores viales, pero todos saben que se trata de hombres armados, controlando quién entra y sale del lugar.

La estación de policía es una de las más precarias de Santander. Los uniformados, prácticamente anulados en funciones, salen a patrullar en moles blindadas para evadir a la muerte.

El asesinato de autoridades hace que Tibú sea tierra de nadie
RCN / Colombia

Cuando los grupos armados aplican su ley

Los testimonios de los habitantes de Tibú, dan una idea del calvario que significa vivir en un territorio donde no hay leyes, autoridades o ayuda del gobierno central para intervenir en la situación.

“La guerrilla es la que arregla los problemas judiciales, los problemas matrimoniales, los problemas de plata. Esto es lo que pasa por no tener comisaría de familia, ni juzgado, ni una inspección de policía fortalecida”, declara una mujer que sabe que su vida está en juego por sus palabras.

Los disidentes de los grupos armados se quedaron, además de las armas, con su pasado bélico y criminal.

Otras personas no pueden huir de su pasado. Zenayda Pérez, es esposa de un excombatiente de las FARC. Ella y su marido, ya desmovilizado, corren riesgo y en ocasiones son retenidos por horas.

“Mi seguridad consiste en que después de las cinco de la tarde no tengo nada que hacer en el pueblo. Me restrinjo de expresar muchas cosas”, asegura.

Es un lugar donde es usual ver transacciones de droga, pero nadie hace o dice nada. Los habitantes que comercian productos dentro de la ley, pagan un precio distinto: son extorsionados por los grupos armados. Ni los vendedores de café se salvan.

Grupos armados controlan todo en Tibú
pares.com.co

La escuela de Shakira, en medio de la nada en Tibú

En un dato curioso, en medio de una tragedia, la fundación “Pies Descalzos” de Shakira inició la construcción de una escuela en el pueblo.

En Catatumbo, desde el año pasado, la barranquillera encabezó proyectos para esta zona conflictiva, donde la disputa por los cultivos de coca y sus ganancias tienen bajo fuego cruzado a los habitantes, incluso estudiantes de todas las edades.

En la página de la fundación de la cantautora colombiana, se ofrece información de los proyectos en su país, como el mencionado en el norte de Santander.

Shakira y su fundación Pies Descalzos, en construcción de escuela en Tibú
RCN

“Es así como, en un lote de 30.000 m² previamente propiedad de Ecopetrol y cedido por la organización al municipio de Tibú, construiremos un colegio de 6.200 m² que beneficiará a 960 estudiantes en jornada única y 120 estudiantes en el Centro de Desarrollo Infantil”, detallan.

La sonrisa de los niños, promocionando las escuelas construidas o los proyectos nuevos en dicha zona, contrasta con la situación tras bambalinas. Sin embargo, se trata de una luz, casi imperceptible e inmersa en el más grande sembradío de coca del mundo. Un destello que hace la diferencia.

Tibú sigue adelante, eso sí, con el permiso de los grupos armados que imponen su ley y violan el edicto sin impedimento alguno. Crecieron en número y armamento, a expensas del olvido de casi todo el resto de habitantes colombianos y sus respectivas autoridades.