Incapaces de unirse y de seducir multitudes, los candidatos de centro en Brasil sufren para perfilarse como una alternativa que evite el duelo titánico entre Lula y Bolsonaro en las elecciones presidenciales de octubre.
Según la última encuesta del instituto Datafolha, publicada a mediados de diciembre, el exmandatario de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), que aún no ha anunciado oficialmente su candidatura, concentra el 48% de las intenciones de voto.
El presidente ultraderechista Jair Bolsonaro conserva el segundo lugar (22%), aunque su índice de popularidad está en su punto más bajo.
¿Pero qué pasa con los otros candidatos?
Ni sumando las intenciones de voto de los tres mejor ubicados se llega al respaldo del jefe de Estado: el exjuez anticorrupción Sergio Moro (centro derecha) tiene el 9%; Ciro Gomes, de centro izquierda y tercero en las presidenciales de 2018, el 7%, y el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria (centro derecha), el 4%.
“Por el momento no tenemos un candidato con el perfil de superar a Lula o a Bolsonaro”, dice a Agence France-Presse Paulo Baia, profesor de ciencias políticas y sociología en la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ).
Electorado fiel
Sin embargo, los dos favoritos también suscitan un fuerte rechazo en medio de un ambiente muy polarizado.
“Hay una parte de la sociedad, claramente identificada en los sondeos, que no quiere ni a Lula ni a Bolsonaro. Están esperando el surgimiento de un candidato, el problema es que hasta ahora no ha aparecido o no se identificó de forma clara”, afirma Leandro Gabiati, analista político y director de la consultora Dominium.
Según él, los centristas tienen una desventaja importante: “La clave de la elección presidencial es la simpatía que un candidato logre despertar”, y aspirantes como Sergio Moro no tienen el mismo “carisma” que Lula o Bolsonaro.
Aunque su imagen se deterioró por sonados casos de corrupción, Lula “trae buenos recuerdos a los votantes” por sus dos mandatos marcados por un auge económico y ambiciosos programas sociales, explica Baia.
Bolsonaro logra “mantenerse competitivo” a pesar de un contexto económico mucho menos floreciente, con inflación galopante y alto desempleo, y críticas a su gestión de la pandemia, que mató a más de 620.000 personas en Brasil.
“Él se dio cuenta de que atacando instituciones, vacunas, urnas electrónicas, logra retener un núcleo duro de electores que le pueden asegurar del 15 al 20% de los votos”, sostiene el profesor de la UFRJ.
Un tercio de indecisos
De momento, el mejor situado para encarnar una posible “tercera vía” es Sergio Moro.
Novato en la política, este exmagistrado de 49 años es enemigo jurado de Lula, a quien condenó a prisión por corrupción en 2017.
El expresidente pasó 18 meses tras las rejas antes de ser liberado por decisión de la Corte Suprema, que anuló sus condenas, lo que le permite volver a postularse.
La decisión judicial fue un duro golpe para Moro, a quien el alto tribunal consideró “parcial” en el caso del exmandatario.
Y el exjuez también está lejos de jugar de local en el campo de Bolsonaro: ministro de Justicia de su gobierno, renunció en abril de 2020 y desde entonces es considerado un traidor por sectores afines al mandatario.
Joao Doria, en tanto, fue aliado de Bolsonaro durante la campaña presidencial de 2018, antes de convertirse en uno de sus más feroces opositores.
Este curtido líder empresarial, que presentó la versión brasileña de “El Aprendiz”, un reality show conducido por Donald Trump, se enfrentó varias veces al Jefe de Estado en el punto álgido de la pandemia, oponiéndose a su política anticonfinamiento y su retórica antivacunas. Pero lucha por superar el 5% en las encuestas.
Candidato fogoso que sueña con reenfocar la izquierda, Ciro Gomes parece que no logrará arañarle votos a Lula para emular la buena puntuación de los comicios pasados, en los que quedó tercero, con el 12,5% de los votos.
Con los tres lejos de liderar las encuestas, ha surgido la hipótesis de una alianza en torno a un solo candidato de centro, para que logre pasar al balotaje.
Pero Gabiati considera improbable ese escenario, porque no ve a ninguno de ellos “dejando de lado sus ambiciones”, aunque advierte que aún hay chance de que alguno despunte cuando comience la campaña electoral, en agosto.
“Para muchos brasileños, la elección aún está lejos, todavía hay muchos indecisos”, señala, en referencia a que, según encuestas, al menos un tercio del electorado aún no sabe por quién votar.