Desde junio pasado, con su economía enfermando cual coronavirus a millones de habitantes en el mundo, Argentina tenía sus primeros visos de rebelión ciudadana en las calles, por un lado contra los inquilinos de la Casa Rosada.

Desde Europa, medios como France24, reportaban el inicio del denominado “banderazo” en distintos puntos del país trasandino.

Era para poner el grito en la calle, con la bandera por arma, ante las medidas sanitarias que impuso el presidente Alberto Fernández en su estrategia por frenar el avance de la COVID.

Los emprendedores, empresarios y otros afectados por el prolongado cierre de establecimientos desde el 20 de marzo pasado, se describen como los afectados directos.

“Este tipo (Alberto Fernández) no tiene ningún plan económico, nos quiere pobres… a mí me está afectando. No tengo ningún tipo de ingreso hace cuatro meses, pero sigo pagando impuestos”, declaraba a France24, Magdalena Fariña, quien se dedicaba a la realización de eventos sociales desde su pequeña empresa.

En el primer banderazo no se reportaron daños a la propiedad privada durante las manifestaciones que incluyeron caravanas de vehículos y personas marchando.

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“Ninguna sociedad concreta su destino en el medio de insultos, divisiones y fundamentalmente teniendo al odio como común denominador. Yo vine aquí a terminar con los odiadores seriales”
- Alberto Fernández. Presidente de Argentina

En julio, se gestó el siguiente encuentro del descontento, pese a las restricciones para transitar en la nación donde el número de muertes por Covid-19 superó las 25 mil.

Con el precedente disruptivo de la cuarentena, volcando a las calles el descontento, para agosto y septiembre la presencia de manifestantes se hacía mayor y evidentemente numerica con relación al inicio de las protestas. Con una tercera convocatoria Los hashtags fueron promovidos en las redes sociales para afianzar el apoyo. #17ASalimosTodos y #17ABanderazoporlaLibertad, entre estos.

Los seguidores del kirchnerismo, consideran, no obstante, que todo se trata de una campaña de desestabilización contra el poder ejecutivo.

El inicio del banderazo lo antendieron en Córdoba, Mendoza, La Plata y Rosario. No obstante, fue en Buenos Aires que los descontentos arrastraron mayoritariamente su malestar hasta el emblemático obelisco, para fustigar el desempeño de Alberto Fernández y Cristina Fernández. Era por y en contra “Los Fernández”.

Otro común denominador en las tres jornadas mencionadas: no hubo reportes de saqueos u otros incidentes empañando la convocatoria. Pero, para ese entonces, las marchas habían mutado. Una argentina en la escena nos cuenta cómo.

“Este gobierno nefasto nos va a llevar a ser Venezuela”

BioBioChile se puso en contacto hasta Buenos Aires, con una de las participantes de las marchas contra “Los Fernández”.

Silvia Aguer, ha seguido, literalmente de cerca, cada movimiento que busca expresar el rechazo a las políticas de un gobierno al cual considera un atentado a la división de poderes.

Sin embargo, aseguró que en su país existen 3 tipos de marchas.

Por un lado, comentó que están “las marchas K” (en apoyo a Cristina Fernández), que se dividen en las convocadas por el gobierno y las no convocadas por este. En esa última ala, es donde participan los leales al kirchnerismo pero, a la vez, le exigen incremento en los subsidios estatales. Su método, según Aguer, es destruir, sobre todo lo público.

“Son marchas sumamente violentas. Van encapuchados con palos, bombas caseras. Rompen todo lo que encuentran: plazas, veredas, monumentos, coches que estén cerca. Pintan las paredes del cabildo (municipalidad). La suciedad que dejan… termina una marcha y parece que hubiera habido una guerra. Un asco”.

La pandemia habría frenado sustancialmente la convocatoria de las marchas K, cuyos adeptos por los general son transportados por el kirchnerismo al lugar donde se encuentre la vicepresidenta u otra figura de peso, según la argentina consultada, y a algunos les pagan u obligan a asistir (si trabajan en el sector público).

“Si no asisten les quitan el subsidio. Yo sé de lo que hablo. Una vez quise conseguir un trabajo sin saber que (los contratantes) eran de un grupo de Cristina. Me enteré cuando estuve ahí. Fui, pensando que era una entrevista, y me llevaron a un acto y ahí escuché a un montón de gente. ‘Yo vengo porque si no me sacan el plan’ (de subsidio). Tienen vianda, comida, bebida. Reciben todo. ¿Y qué canta esta gente cuando tiene que cantar? La marcha peronista. ‘Perón, Perón, qué grande sos…’“.

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“Una familia numerosa, sumando todos los subsidios, gana 10 veces lo que gana un profesor de enseñanza media o superior. Es vergonzoso. Encima, hacen marchas para que les aumenten los subsidios o porque quieren una casa. Acá es muy común en los gobiernos ‘K’ que tomen terrenos. Van, hacen marchas, y el gobierno les termina regalando esas tierras que son de otra gente. Le sacan al que tienen para darle a los vagos que nunca en su vida quisieron trabajar”.
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La tercera marcha, aludida al inicio de esta nota, la conforman los “anti K”.

Son argentinos que se movilizan por su propia cuenta, sin comida, bebida, o pago por convocatoria, como la más reciente que se llevó a cabo el pasado 12 de octubre.

Aguer estuvo en dos de las cuatro convocatorias del banderazo y compartió con nuestra redacción algunas imágenes de lo sucedido, aclarando que en estas marchas las calles quedan limpias y sin daños a la propiedad pública o privada, pese al descontento que tienen contra el poder ejecutivo.

Las marchas anti K, son también descritas por los que han estado en estas, como kilómetros de celestes y blancos, que cuando tienen que cantar, cantan el himno nacional argentino y no el del peronismo.

“Son pacíficas. Nadie pelea, nadie grita, nadie rompe. Son gente trabajadora y gente indignada. ¿Y qué es lo que reclaman? Vivir en república y con el gobierno ‘K’, se murió la república. República es una división de poderes y lo que se reclama en las marchas es que se respete la división de poderes”.

Esta ciudadana argentina considera que el poder judicial está siendo controlado por el kirchnerismo, debido a las múltiples investigaciones por corrupción que tiene en su haber la expresidenta Fernández de Kirchner. Por lo tanto, su estrategia es controlar a los jueces, por medio de una reciente reforma penal, para reemplazar a los que veían las causas por otros afines al ejecutivo.

Lo mismo sucede, asegura, con el poder legislativo, “porque con la corrupción se compran, se pasan de un bando al otro. Se amenazan”.

Esa aseveración lleva a los inconformes, o anti K, a temer que el poder ejecutivo, en el que consideran manda Cristina Fernández, lleve al país directo a un socialismo como el venezolano.

“Por eso todas las marchas anti K, no importa de qué partido sea la gente, son marchas en defensa de la república. El asistencialismo, Venezuela ‘entre comillas’ al que nos está llevando este gobierno, tiene su gente violenta en sus marchas. Este gobierno nefasto, que nos va a llevar a ser Venezuela. Este gobierno asistencialista, populista. Y los que estamos del otro lado, queremos una república y estamos en una marcha completamente diferente”.

Los policías también protestan

Los enfrentamientos con los policías, según Aguer, ocurren en las marchas K.

En una de las fotografías compartidas con BioBioChile, sostiene que se encuentra un denominado “Ñoqui”, persona que cobra por un cargo público pero sin ejercerlo. El equivalente a “funcionarios fantasmas” en Chile. Se trata de un sujeto identificado como exconcejal de CFK durante su presidencia.

“Les lanzan piedras y lacrimógenas a los policías. Y en las marchas anti K, que también está la policía, lo he vivido, nos dábamos vuelta, de frente a la policía, dándoles la cara y les aplaudíamos, les agradecíamos estar cuidando las marchas. Cantábamos el himno y ellos también con nosotros. Enorme la diferencia entre las marchas”.

De hecho, contrario a lo que ha ocurrido en Chile, por evidentes razones contextuales, los policías argentinos se han unido a las protestas para exigir mejoras salariales. Eso, llevó a un grupo de elementos a exigir el mes pasado una audiencia con el presidente Fernández, pese a que sus salarios dependen del gobierno provincial de Buenos Aires, no del nacional.

Algunos uniformados tiene salarios base de 30.000 pesos argentinos, el equivalente a 301 mil pesos chilenos, según reportes en France24.

La concentración no cayó en gracia al mandatario.

“La presidenta se escondió como una rata durante los saqueos”

Aguer recuerda que fue en 2013, en pleno gobierno de Cristina Fernández, que un sector de la población se dedicaba a saquear llegado diciembre, supermercados y otros comercios, tras la exigencia de mejoras en subsidios.

“Fue el año de los saqueos más violentos. No quedó supermercado, sobre todo en lo que es Córdoba y Tucumán. Buenos Aires también, pero sobre todo en los otros dos fue terrible. Destrozaron todos los supermercados, obviamente no se llevaban comida. Se llevaban vinos, televisores, heladeras, bicicletas y hasta motos. Toda esta gente subsididada por el gobierno”.

Recuerda, además, que la policía en ese entonces, reclamando salarios más justos, se fue a paro, por lo que el país se sumió en un caos anarquista que dejó destrucción y a un buen número de trabajadores sin sus puestos.

Cuando los ciudadanos, hartos de ver la situación se agruparon, fueron a las comisarias a protestar para que los uniformados reaccionaran ante el vandalismo. No hubo caso, pero sí una respuesta contra los inconformes que demandaban seguridad pública de la institución.

“No había quien defendiera a la gente de trabajo. Era una guerra. Las imágenes de esa época son terribles. Entonces, habían dos bandos de ciudadanos: los saqueadores y los que querían defender sus locales, los vecinos que los querían ayudar. La gente de bien fue a hacer protesta pacífica a las comisarías y los policías los baleaban con balas de goma porque estaban de paro y no querían que los molesten. La presidenta (CFK) se escondió como una rata durante un mes, cuando antes hacía cadenas todos los días”.

Alberto Fernandez y los peronistas, contra Clarín

Fueron varios puntos abarcados por los manifestantes el pasado 12 de octubre. Uno de ellos, la casa de la vicepresidenta Cristina Fernández, algo que hizo elevar la voz de alarma de sus seguidores, quienes, incluso, acusaron al periódico Clarín de publicar deliberadamente, entre los puntos de protesta, uno cercano donde habita la número dos de la Casa Rosada.

El medio salió al paso de las acusaciones de sectores peronistas, que el mismo Alberto Fernández respaldó desde su cuenta de Twitter, bajo la teoría de una mala intención desde el mencionado medio de comunicación.

Clarín, mientras tanto y como es usual en los argentinos, no contuvo su descargo editorial ante los señalamientos.

“Son los organizadores los que deciden los lugares, no Clarín. Clarín sólo informó dónde estaban previstas las concentraciones. Hubo reacciones en redes sociales de dirigentes kirchneristas, incluidos el presidente Alberto Fernández. Están pretendiendo que Clarín reaccione y nuestra única reacción es informar”, aseguró su respuesta.

Pese a la polémica, la marcha del pasado 12 de octubre se llevó a cabo sin vidrios de establecimientos destruidos, sin daños a semáforos, señalizaciones o medios de transporte, sin casas atacadas en medio del malestar social por las condiciones sanitarias que rigen, afectando a la economía desde lo micro a lo macro. Es decir, el método de los argentinos (aún en las marchas K) siguió siendo relativamente pacífico, sin las escenas vividas en 2013, o como las vistas en Chile a solo un año del estallido social.