Hay historias que sólo se hacen realidad en los cuentos de hadas, esos donde la princesa se queda con el príncipe azul que viene al rescate y viven felices para siempre.

Pero, cuando vamos a la realidad de las monarquías que existen alrededor del mundo, las cosas no son siempre como en los cuentos de hadas, es cosa de ver el ejemplo de Diana de Gales.

La princesa de corazones, pese a su estatus en la familia real británica, no logró ser feliz con Carlos y tuvo uno de los finales más tristes que hemos conocido.

Otra que tampoco tuvo el final que quería fue la importante miembro de una de las familias reales más conocidas de Europa: la reina Sofía de España, esposa del rey emérito, Juan Carlos de España y madre del rey actual, Felipe VI.

El destino de Sofía pudo ser muy diferente del que tuvo, ya que pudo ser parte de la Familia Real de Noruega, sin embargo, una “plebeya” se cruzó en el camino de su amado y obtuvo su propio cuento de hadas, aunque no sin dificultades.

Un amor de juventud

Mucho antes de que Juan Carlos de España se cruzara en la vida de la reina Sofía, otro hombre fue el que ocupó el corazón de la entonces princesa de Grecia.

Era en los años 60 cuando Harald de Noruega, un príncipe que recién había alcanzado la mayoría de edad causaba un revuelo tan grande como el de Meghan y Harry en la familia real británica.

Esto, porque el príncipe de Noruega le confeso a su padre, el rey Olav que estaba enamorado de una mujer que para él era perfecta, con sólo un detalle, era una plebeya.

Se trataba de Sonia, la joven hija de un comerciante que había conocido cuando tenía sólo 15 años mientras ambos participaban en un campamento de verano, destacó Vanitatis.

Sin embargo, el rey Olav no estaba de acuerdo con la idea de que su heredero tomara una relación seria con una mujer sin sangre real, algo que era muy usual en los años 60. Ante esto, ideó un plan para que Harald olvidara a esta diseñadora de vestuario y encontrara a otra princesa para contraer matrimonio.

El príncipe fue enviado a estudiar a Oxford, donde cupido misteriosamente lo hizo encontrarse muchas mujeres de la nobleza europea, dispuestas a enlazarse con el noruego, y su prima, Desiree de Suecia, quien lo quería mucho, pero no lo quiso de marido.

Sin embargo, luego de un largo “casting” de jovencitas, la única que tuvo una posibilidad fue la princesa Sofía de Grecia, de la que Harald habría quedado enganchado a mediados de los años 50, cuando los reyes de Grecia visitaron Oslo con su hija y ambos protagonizaron un baile que desató los rumores de un posible romance.

Las crónicas de esos años mencionaban que los padres de ambos, Olav de Noruega y Federica de Grecia, madre de Sofía, habrían sido aliados para que la pareja se uniera en matrimonio.

Según destaca Marie Claire, Federica era la más interesada en que la unión se realizara, considerando la ambición que tenía la reina de Grecia respecto de los matrimonios que tuvieran sus hijas Sofía e Irene, a quienes quería ver casadas con príncipes herederos de coronas en Europa.

Sin embargo, poco se sabe del eventual compromiso real que se fraguó en la época, aunque la propia Sofía confesaría años después: “Yo sé que hubo muchos intereses para casarnos. Se provocaron encuentros, se hicieron cábalas…” destaca Vanity Fair.

Aunque más allá de eso no ha declarado al respecto de su relación con Harald de Noruega, siendo siempre muy fiel a su estilo de “Una reina no tiene memoria” y manteniendo un perfil correcto, aunque se dice que tampoco se atrevería a reconocer lo dolida que quedó cuando el noruego eligió a la plebeya.

No obstante, la revista de Conde Nast entregó otra teoría del por qué no se realizó el enlace entre Sofía y Harol, que sería la dote que solicitó Pablo I de Grecia por su hija, monto se ascendía a 50 millones de francos, de los que el parlamento griego sólo había aprobado la mitad, lo que no fue del agrado del rey Olav, quien al parecer también velaba por las finanzas de su país.

Sonia, el amor prohibido de Harald

Probablemente la historia de amor de esta pareja debe ser una de las más cercanas a un cuento de hadas en las monarquías europeas, pero no estuvo exenta de malos momentos.

Según destaca El Confidencial, ante los rumores de un posible compromiso del noruego y Sofía, en 1968 Sonia habría amenazado con suicidarse, si no podía estar con quien era el amor de su vida.

Esta situación generó que Harald de Noruega le diera un ultimátum a su padre indicando: “O me caso con Sonia Haraldsen o renuncio a mis derechos dinásticos” por lo que al rey Olav no le quedó más remedio que aceptar el enlace, lo que también aplicó al parlamento noruego que aceptó la unión de los tórtolos.

Sonia de Noruega se casó el 29 de agosto de 1968 con Harald, con un vestido confeccionado por ella misma, ya que era diseñadora de vestuario.

De esta forma se enfundó en seda blanca con aplicaciones de pedrería en el cuello chimenea y los puños acampanados, muy acorde a la época para el matrimonio con Harald, quien le declaró frente a los presentes: “Sabes mejor que nadie lo que siento, tanto ahora como en el pasado. Y mejor que nadie entiendes lo que este momento significa realmente”, recordando lo duro que fue para ambos poder lograr el enlace.

La celebración contó con la participación de miembros las casas reales más importantes del momento, las mismas que habían rechazado asistir a la unión de Rainiero de Mónaco con la actriz Grace Kelly, considerando el estatus de “plebeya” de esta última, destacó Vanitatis.

La pareja, que ascendió al trono en 1991, es una de las pocas -o la única- a la que no le han colgado rumores de infidelidad o escándalos en sus más de 50 años juntos, símbolo del real amor que se tenían.

El encuentro con Sofía

Para fortuna de su madre, Federica de Hannover, Sofía tuvo un destino en una importante familia real, la de España, a la que llegó de la mano de Juan Carlos con quien se unió en 1962.

Y en su calidad de monarca de España, la reina Sofía volvería a encontrarse con su amor de juventud, Harald, aunque este siempre estuviera acompañado por su esposa, Sonia.

Las parejas se han unido a lo largo de su historia en diversos eventos que reúnen a las monarquías más importantes de Europa, como cuando en 2002 se produjo un especial evento en el castillo de Windsor, de Reino Unido.

En la ocasión se realizaba la investidura por parte de Isabel II a Harald V de Noruega como miembro de la Orden de la Jarretera, la caballería más antigua del Reino Unido, destacó Vanity Fair.

El evento reunió a la mayor cantidad de reyes y reinas de las monarquías que existían, así como otros miembros de esta orden, tales Beatriz de Holanda, Margarita II de Dinamarca, el gran duque Juan de Luxemburgo y Juan Carlos I, el marido de Sofía.

En la ocasión Sofía, quien asistió acompañando a su esposo, protagonizó una de las imágenes más especiales de la jornada cuando fue trasladada al castillo en una carroza con una especial compañía.

Esto porque junto a su marido, Juan Carlos I, compartió el transporte con los reyes de noruega, Harald y Sonia, momento en el que muchos se preguntaron, que habría pasado si el amor entre la griega y el noruego hubiera prosperado, tal como deseaban sus padres.

MARTIN HAYHOW | AFP POOL | AFP