Las llamaradas solares son de especial preocupación y curiosidad de los astrónomos dedicados a estudiar el sol, por cuanto éstas pueden llegar incluso a afectar aparatos terrestres. Por ello, y para estudiar cómo se originan, científicos de Caltech las replicaron en un laboratorio.

Físicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) lograron replicar versiones pequeñas de las llamaradas solares, uno de los fenómenos que fascina e intriga a los científicos.

Según Science Alert, para ello se ocupó un aparato capaz de convertir descargas eléctricas en bucles de plasma, similares a los emitidos por el sol pero de unos pocos centímetros de tamaño. Todo esto dentro de una cámara de vacío, donde se genera un campo electromagnético, se inyecta gas y se aplica electricidad para ionizarlo.

Así, se le convierte en plasma, que forma un bucle contenido por el campo magnético.

“Las observaciones solares detectan partículas energéticas y rayos X duros, pero no pueden revelar los mecanismos que las generan porque la aceleración de las partículas ocurre a una escala más pequeña que la que puede captar la resolución de nuestra observación”, explica el físico Yang Zhang de Caltech, quien encabeza el proyecto publicado en Nature Astronomy.

Cada uno de los experimentos descritos consume tan sólo la energía necesaria para encender una ampolleta de 100 watts, destaca el científico.

Las descargas son observadas por cámaras de alta velocidad, permitiendo analizar su formación, estructura y desarrollo. Hasta el momento, ya se ha descubierto que su formación es similar a la de una soga, con varias trenzas que a su vez está conformada por hebras.

De esta forma, se observó que cuando la energía en el bucle superaba la que sus hebras podrían transportar, se registraban emisiones de rayos X similares a las que se ven en el sol, pero a escala. Por ello, se pudo concluir que posiblemente se originan de la misma forma pese a sus diferencias en tamaño.

Las originale son masivas e incluso empequeñecen a los planetas del sistema solar y los afectan en distintos niveles.

La Tierra, por ejemplo, es protegida de sus efectos por la atmósfera y la magnetósfera, pero las llamaradas pueden igualmente alcanzar satélites y vehículos a gran altura, afectando la navegación y la comunicación o interrumpiendo las redes de energía eléctrica.