"Somos cinco mil" se titula la canción donde Víctor Jara relata los acontecimientos que presenció en el ex Estadio Chile antes de ser asesinado en 1973.

Una proyecto impulsado por Inteligencia Artificial trajo de vuelta a Víctor Jara, el influyente artista chileno asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet hace 50 años.

La iniciativa, a cargo de la revista digital All Access, musicaliza el que, hasta ahora, es el último texto que se conoce del chillanejo. Se trata de “Somos Cinco Mil”, poema que escribió momentos antes del deceso.

En la canción, podemos escuchar “la voz” de Jara entonando los versos que hoy se leen en el estadio capitalino que lleva su nombre. El texto, con los años, se conoció como “Estadio Chile”, “Canto que mal me sales” y “Somos cinco mil”.

El homenaje musical se conoce a 9 días después de la sentencia judicial contra los asesinos del cantautor, y a 9 días que se conmemore el fallecimiento en el marco de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.

“La canción nace en un contexto desolador; tan sólo horas antes de que Víctor Jara fuera asesinado brutalmente, y nos relata el dolor que se vivió tras el golpe de estado. La preservación de la letra fue posible gracias a distintas personas que arriesgaron su vida con tal de que este escrito pudiese ver la luz, pasando por cajas de fósforos y suelas de zapatos hasta lograr escapar delas paredes que aprisionaban al artista”, detalla.

Escucha “Somos cinco mil” y lee el último poema que escribió Víctor Jara antes de morir:

Somos cinco mil aquí.
En esta pequeña parte de la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total en las ciudades y en todo el país?
Somos aquí diez mil manos que siembran y hacen andar las fábricas.

¡Cuánta humanidad con hambre, frío, pánico, dolor, presión moral, terror y locura!
Seis de los nuestros se perdieron en el espacio de las estrellas. Un muerto, un golpeado como jamás creí se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse todos los temores, uno saltando al vacío, otro golpeándose la cabeza contra el muro, pero todos con la mirada fija de la muerte.

¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y trabajo?

En estas cuatro murallas sólo existe un número que no progresa.
Que lentamente querrá la muerte.

Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona lleno de dulzura.

¿Y México, Cuba, y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!

Somos diez mil manos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?

La sangre del Compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

Canto, que mal me sales
cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos del infinito
en que el silencio y el grito son las metas de este canto.

Lo que nunca vi, lo que he sentido y lo que siento hará brotar el momento…