Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.
Los emblemáticos ascensores de Valparaíso, símbolo de la identidad porteña, están en decadencia. De los más de 30 que existían, solo 7 funcionan actualmente. Los restantes se han convertido en estatuas de fierro malolientes y graffiteadas. Con raíces en el siglo XIX, estos funiculares eran clave para conectar los cerros con la ciudad. Sin embargo, la falta de mantenimiento, obsolescencia y burocracia han llevado al cierre de la mayoría. Ascenval, un movimiento ciudadano, lucha por su recuperación, destacando avances en las normativas y la necesidad de modernización. Los vecinos exigen soluciones y no quieren normalizar la decadencia.
Los ascensores de Valparaíso son una imagen típica y, en la mayoría de los casos, inútil de la identidad porteña. Están en nuestra memoria colectiva, pero de los más de 30 que había hoy funcionan solo 7. El resto se han convertido en malolientes, oxidadas y graffiteadas estatuas de fierro.
A fines del siglo XIX nacen en el puerto los primeros ascensores. El “Concepción”, inaugurado en 1883, fue el primero de todas estas iniciativas privadas pensadas como transporte para los habitantes de los cerros. La excepcional e intrincada geografía de las quebradas y cerros representaron un gran desafío para las técnicas de la época, pero demostraron también todo el ingenio y el empuje porteño.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Estos funiculares, llamados ascensores, unen las partes altas de la ciudad con el plan en menos de un minuto. El ascensor es transporte vertical, estos son funiculares, muy parecidos al que hay, por ejemplo, en el cerro san Cristóbal que se inauguró en 1925.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, AscenvalValparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
El único ascensor es el “Polanco”, que cerró en mayo de 2024. El resto, técnicamente, son funiculares, un tipo especial de ferrocarril diseñado para subir fuertes pendientes. En rigor este transporte es realizado por cables, al igual que los teleféricos y andariveles, un dato no menor ya que no hay legislación al respecto. No hay una norma específica por lo que su reconocimiento como transporte público se entrampa en trámites burocráticos eternos. Además, limita el acceso a financiamiento.
La maquinaria, antes de primera generación, fue quedando obsoleta y, poco a poco, estos privados fueron dejando abandonado el negocio por no ser rentables. Tampoco se modernizaron y las máquinas son tan viejas que ya es imposible reemplazarlas. Ya no se construyen y tampoco hay repuestos o piezas nuevas. Hace años hay consenso técnico en que la maquinaria, los carros y el plano de rodadura no son recuperables. Así, la muerte de la mayoría de los ascensores ha sido inexorable.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, AscenvalValparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
>Actualmente hay 7 ascensores funcionando, que son únicos en el mundo. Se han transformado en atractivos turísticos y la gente disfruta el viaje y las vistas inolvidables que se tiene de ellos, se sacan fotos, compran souvenirs.[/destacador]
El resto de los ascensores detenidos son un sinfín de promesas incumplidas, promesas que se llevó el viento, el fuerte viento que a veces azota a Valparaíso. Detrás de la historia de cada ascensor detenido hay siempre alguna historia que raya el surrealismo, una historia cantinflesca, un sin fin de errores, burocracia, decenas de licitaciones fallidas, empresas quebradas o que incumplen los contratos.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, AscenvalValparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
“Normalizar la decadencia”
Los vecinos claman menos postales y más realidad. Denuncian que se ha normalizado la decadencia y el abandono. Reclaman que se arreglen en vez de poner nuevas fechas, nuevos plazos que, la experiencia les dice, nunca se cumplen.
Los vecinos no dejan de clamar que nadie ha estado a la altura, que los responsables se culpan mutuamente, entre el Gobierno Regional, la municipalidad, el MOP, etc. Pero lo cierto es que los vecinos hace años esperan respuestas. Los ascensores son monumentos históricos resguardados y protegidos por el Estado. Además, son -o debieran ser- un servicio público fundamental para los habitantes de los cerros.
¿Qué pasaría en Santiago si dejarán de pasar la mitad de los vagones de metro?, ¿Si se eliminarán líneas enteras de ese servivio? Es muy probable que la ciudad colapsase, la gente no podría ir sus casas o llegar a sus trabajos.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
En Valparaíso dejaron de funcionar más del 75% de los ascensores, con la diferencia que acá no es plano como en Santiago. La gente vive en los cerros y los ascensores era el principal medio de transporte, además de barato. Las aplicaciones casi no van a los cerros del puerto por las dificultades que imponen los caminos, con algunas cuestas casi imposibles. Solo quedan colectivos y algunas micros y troles. En muchas zonas ni siquiera eso, el ascensor era el único medio de transporte y para mucha gente es un desafío diario moverse en el puerto, miles de personas viven hace años completamente aisladas.
La alternativa son largas y agotadoras escaleras que trepan por los cerros y quebradas, abriéndose paso entre casas, calles y esquinas, formando un laberinto único, pero poco práctico. Hay muchos lugares donde la única alternativa son las escaleras, o sinuosas y empinadas calles que pueden ser peligrosas.
Los adultos mayores y los enfermos viven hace años en sus casas, apenas bajan al plano, el día a día para ellos es como ser un náufrago.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Ascenval
Ascenval (agrupación de usuarios y usuarias de ascensores de Valparaíso) es un movimiento ciudadano que agrupa las demandas de los distintos cerros y ascensores, para unificarlas en un trabajo común.Pilar Espinoza, presidenta de la agrupación, cree que es fundamental poder incorporar a las licitaciones a empresas menores locales, que tienen experiencia y conocen los ascensores. Cita el caso del ascensor “El peral”, que es de los pocos que no falla.
“De las cosas buenas que están ocurriendo es que hay una nueva manera de licitar donde están separadas la parte electromecánica de la parte arquitectónica, de las estaciones altas y bajas, lo que era una antigua demanda que por fin fue acogida. Tenemos también mano de obra local que han restaurado otros ascensores como El Peral. Ellos tienen la experticia y eso se puede replicar al resto de los ascensores.”
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Para Pilar Espinoza el problema es claro. “Los ritmos del Estado han sido sumamente lentos. En el 2003, cuando Valparaíso fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad, había 16 ascensores operativos. Una vez que el Estado compra 10 ascensores sucede que tenemos un retroceso. Llevamos más de 20 años de retroceso en retroceso y estos tiempos han sido sumamente lentos para la ciudadanía”.
Sin embargo, Pilar Espinoza destaca que “ha habido un avance en las normativas para los ascensores. Una coordinación entre el Consejo de Monumentos Nacionales, el Ministerio de Transporte y el Ministerio de Obras Públicas para que tengan un foco en transporte público”.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Así, las agrupaciones ejercen presión ciudadana y se involucran en el problema. Están seguras de que muchos ascensores han fallado porque se trata de replicar las técnicas de hace 140 años, tratan de hacer una réplica pero creen que tal vez es mejor modernizarse y dejar esas máquinas como museo in situ. El descalabro ha sido constante, el “Villaseca” cerró el 2006, el “Lecheros” en el 2007. El 2009 fue el peor año para los ascensores, cerró el “Monja”, “Florida” y “Mariposas”. El “Larraín” lo hizo en el 2010. El ascensor artillería dejó de funcionar en el 2021 y ya lleva 3 licitaciones fallidas.
En Ascenval no son muy optimistas con los tiempos, pero trabajan con pasión. Creen que ni siquiera en 10 años más estarán todos los ascensores operativos. El abandono es horrible. Pero creen que no pueden pasar 10 años más para que la gente de los cerros tenga el transporte público al que tienen derecho.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Las venas del puerto
Los ascensores están en todas las postales del puerto, en las poleras que se venden, en pinturas, en posters. Los ascensores son una estampa omnipresente de Valparaíso, pero en su mayoría no funcionan. El inmenso desafío de volver a hacer funcionar estas venas es fundamental para miles de personas. Además, son focos de inversión y emprendimientos, de nuevos negocios. Son también un patrimonio industrial, un motor para los distintos pequeños negocios de los cerros, además del mejor y más barato medio de transporte. El no tenerlos, que existan solo en cuadros y postales, trae mucha precariedad a sus habitantes. La calidad de miles de personas cambiaría radicalmente si funcionaran.
Pero, al parecer, no son una prioridad, aunque los políticos vean desde sus oficinas del Congreso Nacional esas venas muertas, oxidándose, mientras la vegetación envuelve los carros que permanecen sostenidos del cerro, abandonados.
Valparaíso es una radiografía de Chile, más bien un scanner. Los políticos son testigos de la decadencia, el comercio ambulante desbordado, ascensores que no funcionan, y no les importa en absoluto. Que mejor ejemplo de desinterés, de abandono, de promesas incumplidas.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Los vecinos y Revista El pionero
De vez en cuando los vecinos realizan intervenciones lumínicas o artísticas, otra forma de llamar la atención, de ejercer presión ciudadana, de exigir que los ascensores vuelvan a funcionar. Si no fuera por los vecinos, que se han organizado y reclamado, seguro que los tiempos serían más lentos aún, o derechamente se abandonarían los proyectos.
Una iniciativa valiosa es la revista “El pionero”, una publicación mensual que aborda los distintos problemas que tiene Valparaíso y propone soluciones. El primer número estuvo dedicado a los ascensores, pero se tocan temas como los desafíos del transporte público, o que hacer con el abandono del barrio puerto.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
César Andrade, cofundador de la revista, cree que faltan espacios para tocar los temas con mayor profundidad. “El puerto tiene varias heridas y muchos se dedican a poner el dedo en la herida, eso da hartos likes. Pero la idea es aportar con soluciones, no solo en el diagnóstico, sino hacer circular ideas de soluciones”.
Los vecinos del puerto nos recuerdan que hay que abrir los ojos, que no se puede normalizar la decadencia. Que hemos aprendido a convivir con el abandono como si fuera algo normal, parte del paisaje.
Valparaíso, foto de Andrés Valenzuela, Ascenval
Es cierto que hace 10 años atrás había más movimientos sociales que se revelaban ante este abandono del Estado. Sin embargo, hoy siguen dando la batalla Ong´s, asociaciones y juntas de vecinos muy acticas en la defensa de los ascensores, como las de los cerros Polanco, Lecheros y Monjas. A veces se reúnen con los ministros, autoridades y políticos de turno. No pierden oportunidad y sin esa perseverancia los ascensores estarían abandonados hace años. Las ciudades las crean sus habitantes. Y los vecinos no se detendrán con tal de recuperar sus queridos y necesarios ascensores.
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