Lo de Muñoz Coloma es un acto necesario. Por estos días casi imprescindible. No seguir dilatando. Hacer el proceso y saltar. A lo interno. También a lo literario. A “La patria del olvido”. Para luego contarlo. Escribirlo. Para que nadie olvide. A la patria de los lectores.

Por Marcel Socías Montofré

Primero que todo el uso del punto. También la coma. La lectura que fluye sin abuso del adjetivo. El estilo. La buena escritura. La comunicación escrita. El buen comienzo y la salida a tiempo. El cuento breve. Escribir para contarlo. Que luzca lo contado. Sin dilatar. Eso es lo primero que se agradece de Muñoz Coloma.

Un texto bien editado. Desde “La Memoria de mi gente” y con “Carne de mar”. Cada relato editado con calma. Sin excesos floridos. Al punto. Directo. Es lo que se siente. Por eso se escribe. Para eso se lee. Un texto que pasa como cuento –el más complejo de los géneros literarios- y pasa bien escrito y bien comunicado como prosa poética en la “Patria del Olvido” (Editorial Contramaestre, 2020).

Un texto “paseándose por bares, picadas y cafés: el Bilbao, el Patas Largas, el Palermo, el bar Zehnder, el Café Palet, el Millaray, entre otros…” (Pág.30, “No te apures Cara Blanca”).

Pero también un texto donde “la mujer de la fotografía es Laura Allende Gossens” y un niño de camisa blanca en “un mar de gente que cree que el futuro es suyo, o posiblemente suyo, intentando hacer una revolución de verdad, no sólo política, que es la forma más superficial de hacer la revolución, como señalara Huxley en el prólogo de su libro Un mundo feliz, aunque probablemente el chico no lo sabe…” (Pág 34, la misma historia de siempre).

Luego un “Viejo Ciego” que mira Chile en retrospectiva desde 2016 a 1971. Difícil pero posible. El juego cronológico en reversa. Las piezas y personajes. El desarrollo, el clímax y el desenlace.

“Ahí, en ese momento crucial, donde todo había cambiado…” (Pág. 45).

Un texto que también pasa por “Tiempo niño”, “Desencuentro” y “Mi tango triste”, con “la pena profunda que lo invadió, como sucedía siempre. Una pena tan densa que lo hizo sentir que la tierra lo tironeaba hacia su interior…” (Pág. 55).

Así se agrieta, se muestra, se recupera y escribe Muñoz Coloma. Con “Guitarra mía” y “Los pájaros perdidos”, “Los Mareados”, el cordero, la gata, la “Lluvia de estrellas”, “El Escolazo” y hasta el “Naranjo en flor” con “Carne de Mar”.

Con “el aleteo de los pájaros y los culatazos en la nuca…”.

Para no seguir dilatando. Precisamente. Ese es el punto. Escribir para contar y que quede por escrito. Por texto. Por sincero pretexto para generar encuentro. Por la patria de los lectores.

“La patria del Olvido”
Ramón Muñoz Coloma
Editorial ContraMaestre

2020