La ópera prima de la cineasta argentina-costarricense Sofía Quirós Úbeda es una película que combina realidad mágica, precariedad y oscuridad a través de Selva, una chica que está en el tránsito entre la infancia y la adolescencia, mientras se va quedando cada vez más sola o va siendo más independiente.

Selva está viviendo el tránsito entre la infancia y la adolescencia, ese periodo de cambios físicos, emocionales y hormonales, de crecimiento y madurez que abren nuevos mundos y sensaciones pero que, a la vez, confunden, extravían. Un moemnto de curiosidad y exploración, de necesidad de independencia y reafirmación.

Selva forma parte de una familia pobre, en un sector precario, cerca del mar y en medio de una vegetación exhuberante en algún lugar del Caribe. A medida que Selva va explorando, se va quedando cada vez más sola.

“Para la película hicimos un casting de más de 800 personas en la provincia de Limón, Costa Rica”, dijo la directora. “A Smashleen (Selva) la conocí en el casting de mi anterior cortometraje ‘Selva’, tuvimos mucha conexión desde el primer instante. Durante los últimos dos años construí el personaje de la película a partir de mi trabajo con ella. A Humberto (Tata) lo conocimos en un asilo de ancianos. También fue amor a primera vista. Con él hicimos un trabajo largo e intenso, para que pudiera poco a poco entender el proceso de lo que es hacer una película, salir del hogar, cambiar sus horarios y costumbres. Lo vimos rejuvenecer al menos unos 10 años y llenaba de felicidad el set. Hortencia (Elena) es una bailarina de la comunidad donde filmamos. La fuerza de su cuerpo y su expresión nos convenció de que iba a permanecer en la retina del espectador hasta el final de la película”.

Estas dec laraciones de la directora explican la sensaciópn de realismo, de veracidad que transmite. Seres sacados de realidades cotidianas para participar de una ficción que deambula entre lo real y lo mágico, lo concreto y lo exotérico.

Ceniza Negra es una cinta oscura, literalmente. Casi siempre de noche, en interiores con poca iluminación o en lugares selváticos sombríos, de colores apagados. A ello se suman la aparición reiterada de distintos tipos de serpientes, de diversos tamaños. Y una mujer de color, una suerte de espíritu o de sacerdotiza, que la guía.

En la cinta, Selva es una especie de serpiente, que cambia de piel, sensual, que no se sabe qué quiere, qué piensa, qué siente, femenina, provocadora, siempre mirando, como al acecho.

Ceniza Negra es una cinta que intuimos llena de simbolismos, de códigos femeninos y de culturas locales que invitan a pensar en la diversidad, en la existencia de otros mundos a pesar de la globalización, de las culturas dominantes (del consumismo dominante), de la música similar en los lugares de fiesta y de baile.

Ceniza Negra es una película que atrae e incomoda, que invita y se cierra, que queremos entender y resulta, a ratos, críptica.

Con bellas imágenes y escenas (fotografía a cargo de la chilena Francisca Sáez Agurto), Ceniza Negra cautiva y estimula la curiosidad.

Ceniza Negra está disponible en la plataforma VOD de la Red de Salas de Cine