Abandonar marido, hijos y vida cómoda, catapultada por el fulgurante amor hacia un hombre que acepta dejar su profesión, huir y compartir un desafío con ella, no revela sólo la dimensión del amor extremo de una pareja.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Expone también una conducta que no acepta que la racionalidad de las conveniencias ahogue la pasión por vivir, en décadas duras como fue la de los 30.

Devela también el invisible entorno social que reprime con prejuicios y convenciones que afectan, en especial, a la mujer y su libertad de expresar emociones y sentimientos.

Por esta arena movediza se desplaza “Las palmeras salvajes”, adaptación de la novela escrita en 1939 por el escritor estadounidense William Faulkner (1897-1962), Premio Nobel de Literatura 1949, autor del afamado “El sonido y la furia” (1929), entre otros títulos.

La obra se estrenó en 2014 (Suiza), adaptada y dirigida por la francesa Séverine Chavrier, mientras que la versión chilena, con Claudia Cabezas y Nicolás Zárate en el elenco, llega a Santiago a Mil 2020, coproducida por Fundación Teatro a Mil y el Centro Dramático Nacional de Orleans/Centre-Val de Loire.

Las palmeras salvajes (c)
Las palmeras salvajes (c)

Contra todo

Lo pantanoso será el territorio no buscado que rodeará la irresistible pasión de dos seres que van solos contra todo en este relato.

Una tragedia urbana contemporánea que se proyecta a nuestra época, no tanto por su arista ético-religiosa (algo se ha avanzado), sino por cómo esas situaciones ayudan o perjudican al buscar reconocimiento social.

Vivir apasionadamente, aunque sea un segundo en la vida –y estar dispuestos a ser parias sociales- parece ser la opción existencialista de la pareja.

A partir de allí todo el ambiente de la obra parece articulado por una fuerza que contiene una arista caótica o que facilita la posibilidad de la desarticulación.

La propuesta es rica en expresiones de la corporalidad de sus personajes, quienes se perciben como dueños de sus cuerpos, incluso en la manifestación sexual y desnudos sin exhibicionismo.

Predomina –tal vez allí está su fuerza- la sensualidad: la voz y sus altibajos, rechazos y aceptaciones, incertidumbres y afirmaciones, conductas impensadas, sin que medien razones ni pretextos.

Son los cuerpos los que hablan y energizan el ambiente y manifiestan sus hitos de cansancio, rutina o aburrimiento, sin que por eso sean puntos de inflexión o decadencia.

Aceptar un compromiso, aunque augura dificultades, surge como una ética que refleja mejor el impacto de la pasión en las cabezas estructuradas, con su carga de temor de perder seguridad o dónde afirmarse.

Las palmeras salvajes (c)
Las palmeras salvajes (c)

El alma en escena

Los diversos espacios escénicos, el apoyo audiovisual y el juego del diálogo hacen que el relato esté siempre en movimiento y riesgo, sugiriendo la alteralidad como modo de vida.

Fundamental es el trabajo de Claudia Cabezas y Nicolás Zárate: en “Arpeggione” (del dramaturgo chileno Luis Alberto Heiremans, dirección de Jesús Urquieta) mostraron su gran fiato con el alma en suspensión.

Aquí, la directora los mueve desde el control al desborde, una gama de intensidades emocionales que revive el gran nivel actoral de ambos.

Exigencia absoluta para valorar formas de ser en una experiencia humana y escénica que defiende un elenco que parece decir “con todo, sino pa’ qué”.

Mori Recoleta
Bellavista 67
Jueves 23, 18.00 horas
Viernes 24, 16.00 horas
Sábado 25 y domingo 26, 18.00 horas.