Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Conviene reiterar que al director-dramaturgo Guillermo Calderón (“Neva”, “Diciembre”, “Escuela”, “Mateluna”) le interesa de manera especial que sus obras sean perfectamente “entendidas” por el espectador.

Que los recursos escenográficos, audiovisuales e, incluso, las actuaciones se pongan al servicio del sentido de textos que convocan al público a la acción política que se propone.

“Dragón”, además, recoge otro elemento que el director también ha valorado en sus obras anteriores: lo cotidiano, ese espacio sencillo donde cabe lo heroico como, también, la liviandad, la ignorancia, la comedia ácida y el espesor de las ideas.

Con la palabra como factor relevante, voces estructuradas en diálogos que acentúan el anonimato de personajes que pueden instalarse en Chile, América Latina o en otros lugares del mundo.

Esta vez, incluso, se concentra en experiencias más íntimas –decepciones y fracasos en la búsqueda de esos objetivos sociopolíticos-, poniendo en duda el valor que le atribuye al arte teatral como instrumento político transformador.

En función de esas necesidades y objetivos, el director autoimpone exigencias críticas y creativas a su trabajo teatral, lo que incluye también los sencillos y efectivos recursos de apoyo que utiliza esta coproducción de Fundación Teatro a Mil y Teatro UC.

Dragón, Fundación Teatro a Mil (c)
Dragón, Fundación Teatro a Mil (c)

Necesidades y decepciones

Cuenta “Dragón” que los tres performers de la compañía del mismo nombre (a cargo de Francisca Lewin, Luis Cerda y Camila González) están reunidos en una fuente de soda del centro de Santiago y debaten sobre una nueva instalación artística.

Quieren enfrentar el brote fascista en el mundo y aludir a la migración africana en el continente… pero vienen de comprobar que ha sido ineficaz el arte teatral para cambiar el estado de cosas.

Como la decepción es grande y están paralizados, poco a poco, surgen enfrentamientos duros entre ellos.

No saben si seguir haciendo lo mismo, recurrir al llamado “teatro del invisible” (crear situaciones callejeras como si fueran reales) u optar por otras alternativas más informales que rompan las convenciones.

De allí pasan al tema ético, si es legítimo tener como referencia crímenes políticos y policiales paradigmáticos, además de saber cómo llevarlos a escena.

Y, también, si de verdad el arte tiene valores artísticos y éticos, o si sólo se ha convertido en otro lugar más de sobrevivencia.

En esta secuencia de desencuentros y búsquedas, con dos o tres quiebres explosivos en las reacciones, los performers se desplazan sin prisa entre sillas y mesas, en un ambiente sin singularidad especial, más que cotidiano.

Las opciones del equipo creativo desacralizan el quehacer teatral en el sentido de rescatar la experiencia escénica como un proceso abierto de construcción de la obra.

Como si el espectador estuviera viendo ensayos habituales, con todas las alternativas, aciertos y errores que se cometen.

“Dragón” exhibe con mayor claridad el alto nivel del director-dramaturgo en el manejo de los recursos que utiliza para insertarse en la grandeza de lo cotidiano.

Allí donde está la existencia misma, multifacética y confusa, donde el lenguaje se entrelaza con los instrumentos racionales e instintivos, lo espiritual y cultural, con la imaginación, los mitos, los sueños o la realidad más cruda y brutal.

“Dragón”

Dramaturgia y dirección: Guillermo Calderón
Elenco: Francisca Lewin, Luis Cerda y Camila González

Teatro UC.
Jorge Washington 26. Fono 2 2205 5652.
Miércoles a sábado, 20.00 horas.
Entrada general $ 10.000; súper jueves $ 7.000; adulto mayor $ 6.000; estudiantes y miércoles popular $ 5.000. Hasta el 29 de junio.