Un complejo desafío tuvo Cristián Plana (37), destacado director chileno de “Comida alemana” y “Paso del Norte”, obras que mostraron una libertad creativa madura e intensa.

Esta vez, dirige una coproducción Fitam y Teatro Stabile di Napoli, sujeta al formato original de una obra de Tennessee Williams, hoy representativa del gran teatro universal.

“Un tranvía…” se estrenó en 1947, ganó el Pulitzer (1948) y llegó al cine (1951), dirigida por Elia Kazán, con Marlon Brando en el rol de Stanley Kovalski y Vivien Leigh como Blanche Dubois (Oscar a la Mejor Actriz).

En esta ocasión, Plana trabajó con la traducción oficial italiana de Masolino D’Amico, con Mascia Musy (Blanche) y Massimiliano Gallo (Stanley) en los roles protagónicos, parte de un elenco que narra el (des) encuentro entre esta mujer con aires aristocráticos y su cuñado, un obrero maleducado, violento, machista y atractivo.

La crisis se va acumulando desde que ella visita en Nueva Orleans a su hermana Stella, a quien critica por casarse con este hijo de inmigrantes polacos que la golpea, pese a estar embarazada.

En esta relación hay también componentes perversos que conducen a un subterráneo juego mutuo de seducción y humillación entre Blanche y Stanley.

Ambos representan mundos opuestos y en confrontación en la sociedad estadounidense de la época, una situación que, poco a poco, llevará a la mujer a una callejón sin salida, ya que el autor la instala como el factor más culposo y frágil en este conflicto.

Gran ausencia

Una escenografía realista informa de la pobreza en que viven Stella y Stanley, un ambiente repulsivo para Blanche, pese a lo cual ella tiene conductas refinadas como darse largos baños que Kovalski repudia y/o se burla con sangrienta ironía.

Una incomodidad insoportable que aumenta con las amistades de Stanley, borrachos y jugadores, crisis definitiva que sobreviene luego del garrotazo que significa el repudio de Mitch, luego que su amigo Stanley le informara sobre su pasado amoroso, un hombre a través del cual Blanche creyó lograr una vida mejor, en consonancia con su desequilibrio y delirio de grandeza.

Este contexto siniestro se advierte de manera clara y contundente en una historia que se crispa con nuevas tensiones a punto de estallar, acrecentadas por la violencia física y verbal, la sumision de Stella, la relación a gritos existente entre vecinos que conviven en espacios estrechos.

Sin embargo, asoma muy débil una arista que desde el título se extrapola (Deseo, el nombre del recorrido del tranvía que llega al departamento de Stella): sensualidad y sexualidad animal que ambos personajes transportan, más allá de sus raíces culturales.

Un perfil que Mascia Musy suma de manera sutil en el transcurso de su gran presentación, pero que está (casi) ausente en Massimiliano Gallo, cuyo Kovalski se queda en el dibujo literal del típico macho autoritario y brutal.

Sala Antonio Varas. Morandé 25. 16 y 17 de Enero, 19.00 horas. Entrada de $ 10.000 a $ 14.000.