Amnistía Internacional publicó 4 informes respecto a las violaciones que sufren las trabajadoras sexuales, que se desempeñan en países como Argentina, Noruega, Hong Kong y Papúa Nueva Guinea.

El director general del Programa de Derecho Internacional y Política de Amnistía Internacional, Tawanda Mutasah, afirmó que “las personas que se dedican al trabajo sexual están especialmente expuestas a sufrir toda una serie de abusos contra los derechos humanos, como violación, violencia, extorsión y discriminación”.

Por esta razón, la organización solicita a los gobiernos de todo el mundo desarrollar políticas que “garanticen la protección contra la violencia, la explotación y la coerción de manera que nadie se vea obligado a entrar en el trabajo sexual por falta de oportunidades”.

La idea de Amnistía Internacional de realizar investigaciones en Argentina, Noruega, Hong Kong y Papúa Nueva Guinea fue cubrir 4 puntos distantes del planeta. En todas las indagaciones se confirmó que las trabajadores sexuales desarrollan su labor sin ningún tipo de protección y/o seguridad.

“Fui a casa de un hombre. Me dio dos puñetazos en la cara. No lo denuncié a la policía. No quiero que figure en mi historial”, afirmó a AI una trabajadora sexual.

“El cliente me pagó y estaba a punto de bajarme del auto cuando me agarró del cuello y me cortó con un cuchillo. Le di todo el dinero que tenía y mi teléfono celular, y me dejó ir,” fue el testimonio de Laura, trabajadora sexual que se desempeña en Argentina.

En ambos casos, ninguna presentó algún tipo de denuncia, pues no querían que en su historial personal apareciera que habían ejercido la prostitución y, además, la policía no las toma en cuenta de forma seria.

A causa de estos testimonios, AI hizo un llamado a los gobiernos de todo el mundo a regularizar el trabajo sexual, por la seguridad tanto de trabajadores como de clientes, como también para diferenciarlo de manera adecuada de la trata de personas y la explotación sexual.