Los talibanes proseguían este lunes su campaña lanzada en la primavera boreal en todo Afganistán con un atentado suicida que provocó la muerte de seis soldados estadounidenses de la OTAN, cerca de Kabul, y con feroces combates en el sur del país.

Un año después del final de la misión de combate de la OTAN en Afganistán, los talibanes intensifican su insurrección multiplicando los ataques contra sus objetivos preferidos: las tropas de la OTAN aún presentes en el país y las fuerzas de seguridad afganas.

Los 13.000 soldados extranjeros aún desplegados en el país se dedican únicamente a una misión de asesoría y formación.

Los militares estadounidenses murieron en un atentado suicida contra una patrulla conjunta del ejército afgano y fuerzas extranjeras, según indicó un funcionario en Washington.

“Seis miembros de la misión murieron en un ataque con vehículo bomba cerca de la base aérea de Bagram”, había indicado antes un portavoz de la OTAN a la AFP.

El atentado se produjo cerca de la base de Bagram, al norte de Kabul, cuando un kamikaze a bordo de una moto se hizo estallar al paso de la patrulla, precisó Mohamad Asem, gobernador de la provincia de Parwan.

Los insurgentes reivindicaron el ataque de este lunes y afirmaron que habían matado a “19 soldados estadounidenses”. Los talibanes con frecuencia exageran el balance de víctimas de sus ataques contra las tropas extranjeras y contra las fuerzas de seguridad afganas, su otro objetivo predilecto.

Se trata de uno de los atentados más sangrientos contra la OTAN producidos este año en Afganistán.

Desde que ya no tienen el apoyo de las tropas extranjeras, los 350.000 soldados y policías afganos sufren incesantes ataques y hostigamientos, no solamente en los feudos tradicionales de los talibanes –sur y este del país– sino también en el norte.

Prueba de ellos fue la toma de control por los talibanes de la gran ciudad de Kunduz, al norte del país, a fines de septiembre, que a pesar de ser efímera -duró tres días- supuso una verdadera humillación para las fuerzas de seguridad afganas.

“A punto de caer”

Este escenario podría repetirse en el distrito de Sangin, en la provincia meridional de Helmand, donde los rebeldes talibanes llevan a cabo una amplia ofensiva.

Esta provincia, escenario de intensos combates, “está a punto” de caer en manos de los insurgentes, según fuentes oficiales locales.

Helmand, el mayor productor de amapola en Afganistán, es una provincia simbólica ya que es cuna de la insurrección talibana, junto a la vecina Kandahar.

Los combates, ya intensos desde la pasada primavera boreal, se han intensificado en las últimas semanas. El domingo el vicegobernador Mohamad Jan Rasoolyar advirtió incluso al presidente Ashraf Ghani que su provincia “está a punto” de caer íntegramente en manos de los talibanes.

Este lunes, los combates se centraban en el distrito de Sangin, al noreste de la provincia.

“El enemigo ha capturado edificios gubernamentales, entre ellos la sede de la policía, la oficina del gobernador del distrito y la agencia de inteligencia, pero los combates prosiguen” afirmó Rasoolyar.

Habitantes interrogados por la AFP aseguraron que las carreteras que llevan al distrito de Sangin habían sido minadas por los talibanes, lo que hacía casi imposible el suministro de víveres.

En Kabul, el gobierno anunció que habían sido enviados refuerzos a Sangin.

“El asalto de los talibanes en Sangin no es sólo un triunfo militar, es también un argumento de propaganda” opina Haroon Mir, un analista afgano, interrogado por la AFP. “Los insurgentes podrían por ejemplo proclamar que las fuerzas afganas no son nada sin el apoyo de sus aliados occidentales”, explica.