Crítica de Teatro: “Las 3 hermanastras”

Anton Chéjov, dramaturgo ruso, y “Las tres hermanas” integran la galería más selecta entre los clásicos del teatro universal.

Por su trascendencia y complejidad, “hacer un Chéjov” es una exigencia y desafío cumbre para los teatristas. Por eso llama la atención que la compañía Lágrimas, Celos y Dudas lo tenga como referencia y recurso satírico en “Las 3 hermanastras”.

Este bien realizado y entretenido montaje de teatro musical, sólo desacraliza éste y otros temas que tienen vigencia en la sociedad.

El relato escrito y dirigido por la compañía Lágrimas, Celos y Dudas narra la situación de tres actrices-divas latinoamericanas en diferentes momentos de sus vidas.

El disfrute del éxito durante la dictadura militar, esa peste que hubo en nuestro continente, en la década 80; las peripecias en Rusia, a donde llegan después de un mortal atentado contra el gobernante uniformado; y su regreso a la capital.

En la URSS sus alardes de divas no tienen ningún efecto. Por el contrario, además del proceso de reeducación que sufren, para quitarles las ínfulas, deben trabajar para sobrevivir.

Por eso aceptan interpretar sendos roles que les ofrecieron en “Las tres hermanas”… como si fuera el peor de los castigos.

Equilibrios y exageraciones

La estética kitsch que recorre este montaje -con evidentes variantes- equivale a una visión de la cultura asociada a la falta de estilo.

Es decir, combinar y utilizar abundantes elementos de las más diversas procedencias y significados, cuya asimetría y aparente mal gusto muestra una forma consciente de alejarse de la estética tradicional.

Rasgos de gran producción tiene esta puesta en escena, muy coherentes con lo que representan estos personajes.

Al vestuario, peinados y maquillaje espectacular (Los Contadores Auditores, Franklin Sepúlveda, Carla Casali, respectivamente), se adiciona un universo sonoro y musical (Marcello Martínez) que refuerza lo satírico del ambiente y las formas de hablar.

Y sin considerar que la historia tiene algunos tropiezos en su fluidez, ya que la ficción se advierte algo forzada en su armado, destacan el amplio manejo del espacio despejado y la iluminación (Rodrigo Leal) y el uso ingenioso de la mecánica escenográfica y la utilería.

Sin embargo, sobresale un factor esencial en un montaje de teatro musical: la calidad de las voces y la perfomance escénica de las actrices Marcela Salinas, Manuela Oyarzún y María Paz Grandjean.

Interpretan en un alto nivel profesional y artístico canciones ochenteras de Abba y Juan Gabriel, entre otros conocidos cantantes que incluyen en la obra, además de generar un perfil de sus personajes coreográficamente diferenciados.

Todo esto hace que lo satírico no sólo aluda a la obra de Chéjov, que es sólo un pretexto, sino también al divismo y al propio teatro, junto con describir el estereotipo que reflejan las canciones de amor a través de la imagen que construyen de lo femenino.

Leopoldo Pulgar Ibarra
Periodista

GAM. Alameda 227. Jueves a sábado, 21:00; domingo, 20:30 horas. Hasta el Domingo 31 de Mayo. $6.000 entrada general; $3.000 estudiantes y tercera edad.