Javier Ureta y Susana Wilson eran un matrimonio chileno corriente, “católicos de misa de domingo” cuentan, pero la inexplicable curación en 2003 de su segundo hijo, nacido con muy graves problemas, cambió sus vidas.

“Éramos católicos de misa de domingo, por cumplir una norma por decirlo de alguna manera”, explica Wilson (37), en Madrid, ciudad a la que viajó con su familia para participar este sábado en la beatificación de Álvaro del Portillo, segundo dirigente del Opus Dei, a quien se atribuye esta sanación.

Ahora “vamos a misa todos los días, rezamos el rosario, bendecimos la mesa, celebramos los santos ¿cómo no celebrar los santos si además ya tenemos un santo que nos ha hecho un gran favor?”, agrega esta profesora de lengua, periodista de formación.

“Yo me acuerdo de haberle dicho a don Álvaro: ‘Tú me ayudas, que no te conozco mucho, y yo me comprometo a acercarme más a la Iglesia’”, explica, reconociendo que durante la convalecencia de su pequeño recitó tantas veces la estampita del obispo español que se la aprendió de memoria.

José Ignacio Ureta Wilson nació el 10 de julio de 2003 en Santiago de Chile con el hígado y otras vísceras fuera del cuerpo y varios defectos cardíacos con consecuencias graves para la oxigenación del cerebro.

Operado a los dos días, sus problemas de salud no dejaron de agravarse, lo que condujo a una segunda intervención, tres semanas después, esta vez en el corazón.

El 2 de agosto, el pequeño sufrió una hemorragia interna masiva que dificultaba los latidos y que acabó por producirle un paro cardíaco de más de 30 minutos.

“Hicimos todo lo que técnicamente éramos capaces”, recuerda José Ignacio Rodríguez, actualmente subdirector del Hospital Clínico Universidad Católica y en 2003 pediatra residente en su unidad de cuidados intensivos.

“Pero hubo algo que no hicimos nosotros”, afirma en un vídeo difundido por el Opus Dei. “Sin mediar explicación, el corazón de José Ignacio retomó ritmo progresivamente”, asegura el médico, declarándonse como “una persona que tiene una relación inestable con la fe”.

Acercamiento al Opus Dei

Para los padres del bebé, éste volvió a la vida gracias a sus oraciones a Álvaro del Portillo, quien de 1975 hasta su muerte en 1994 dirigió esa institución defensora de una estricta visión del catolicismo.

Wilson había decidido rezarle por consejo de su madre.

“Mi madre era cercana al Opus Dei, nosotros no, nada”, asegura. “Esta historia vino a cambiarnos nuestra vida”, agrega, explicando que tras aquello siguieron el camino de la institución creada por el sacerdote español Josemaría Escrivá de Balaguer, canonizado en 2002.

Fundado en 1928, el Opus Dei -la “Obra de Dios” en latín- tiene como misión difundir la fe católica en la vida cotidiana por el trabajo de sus fieles, unos 90.000 en los cinco continentes, según sus cifras, laicos en su inmensa mayoría.

Es conocido por su férrea oposición a cuestiones como el aborto, la eutanasia, la contracepción o a las relaciones prematrimoniales y por el estricto modo de vida de sus miembros.

Agradecido por este “milagro”, reconocido por el Vaticano en 2013, Ureta, ingeniero agrónomo de 42 años que trabaja en la educación tras un paso por la banca, afirma: “Si tuviéramos que vivir todo este dolor de nuevo lo viviríamos [...] a pesar de todo el sufrimiento que ha provocado”.

Actualmente José Ignacio, el segundo de sus cuatro hijos varones, vive como “un niño normal”, aseguran.

“En nuestra casa obviamente le hemos explicado todo y está muy ilusionado, pero se le trata como a todos los niños, se le reta cuando hay que retarlo, se le ayuda en las cosas en que hay que ayudarlo”, dice Wilson.

“Siempre obviamente con ese sentido sobrenatural de agradecer a Dios”, agrega.