Militantes de la organización ecologista Sea Shepherd afirmaron este lunes que fueron blanco de “un violento ataque” de barcos japoneses que cazan ballenas en el Antártico.
Sea Shepherd indicó que dos arponeros atacaron su barco “Bob Barker” la noche del domingo utilizando cables de acero para detener los motores, a distancias inferiores a las reglamentarias.
Peter Hammarstedt, capitán del barco ecologista, declaró que seguía al barco-factoría japonés “Nisshin Maru” desde el domingo por la mañana, pero la tripulación esperó a que se hiciera de noche para pasar al ataque.
Hammarstedt precisó que informó por radio a los barcos japoneses de que las operaciones de Sea Shepherd eran “completamente legales y toda acción agresiva por su parte sería señalada a los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda y a los servicios de seguridad marítima”.
También indicó que el buque-factoría japonés era acosado por otros dos barcos de la organización.
En Tokio, un alto funcionario de la Agencia de Pesca que solicitó permanecer en el anonimato afirmó que los agresores eran los ecologistas.
“Los dos barcos japoneses se enfrentaron con una maniobra peligrosa llevada a cabo por Sea Shepherd el domingo”, declaró. “Un cable lanzado por Sea Shepherd se enganchó en la hélice y el casco se dañó. No hubo heridos ni problemas de navegación”, agregó.
“La operación de pesca de ballenas prosigue. No somos responsables. Los miembros de Sea Shepherd han de ser considerados responsables” de lo ocurrido, estimó.
Los incidentes en alta mar entre Sea Shepherd y los balleneros japoneses son frecuentes. Este es el segundo en un mes, luego que el “Bob Barker” y el arponero de la flota japonesa “Yushin Maru N°2″ sufrieron una colisión el domingo 2 de febrero, acusándose mutuamente de haberla causado.
Aunque la caza comercial de ballenas está prohibida desde 1986, Japón apresa estos animales en el marco de un programa de investigación científica llamado Jarpa II.
En 2010 Australia denunció a Japón ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la máxima instancia del sistema judicial de Naciones Unidas, porque considera que Japón viola la legalidad internacional cazando ballenas, cuya carne acaba en muchos casos siendo vendida en los mercados japoneses.