El cometa ISON posiblemente sea el evento astronómico de este año, pese a que la NASA lo declarara muerto el pasado 11 de diciembre tras su paso cerca del Sol. No obstante, un grupo de especialistas aún esperan obtener el registro de algún rastro de la roca espacial.

Visto por primera vez en septiembre de 2012, el astro prometía un espectáculo que lo llevó a ser considerado “el cometa del siglo” por los expertos, quienes aún esperan captar algún resto del cuerpo celeste.

Se trata de un grupo de astrónomos que adelantaron que el próximo 16 de enero será la fecha límite para conocer si la roca finalmente sobrevivió en su paso por la estrella de la Vía Láctea, según publica ABC.es. Lo anterior, pues los especialistas estiman que ese día el cometa debería cruzar el plano orbital de la Tierra, permitiendo su observación a través de los telescopios.

En esa fecha, los científicos estarán atentos a “cualesquiera que sean” los restos del cuerpo celeste.

Recordemos que Ison, un gigante de hielo y roca similar a una inmensa bola de nieve, pasó a una distancia de apenas 1,17 millones de kilómetros del Sol el pasado 11 de diciembre. En su trayectoria, soportó temperaturas de 2.700 grados Celsius y sufrió la pérdida de tres millones de toneladas por segundo, según consigna AFP.

Si Ison hubiera sobrevivido, se hubiera podido observar a simple vista en Navidad, cuando habría pasado más cerca de la Tierra, de acuerdo a los científicos de la NASA, los que sin embargo aseguran que “todo lo que queda del cometa es una nube de restos sin núcleo”.

Según las imágenes de los satélites de observación solar de Estados Unidos y Europa, el brillo del cometa aumentó a medida en que se acercaba al Sol, alcanzando una intensidad luminosa máxima alrededor de 12 horas antes de pasar por el punto más cercano de la superficie solar, el perihelio.

Los astrónomos estimaron que una “parte muy pequeña del núcleo y los restos del cometa puede haber sobrevivido al perihelio”, sin embargo dos días después de su paso por el sol no habían signos del núcleo.

Ison captó el interés de la comunidad astronómica desde su descubrimiento el 21 de septiembre de 2012 por astrónomos rusos, ya que se remonta a los orígenes del sistema solar hace 4,5 millones de años.

Este cuerpo celeste se separó de hecho hace unos tres millones de años de la nube de Oort, una especie de “parking” de cometas en los confines del sistema solar, situado a medio camino entre el Sol y la siguiente estrella.

El hecho de que Ison haya sido detectado muy lejos en el sistema solar hizo que los astrónomos tuvieran mucho tiempo para observarlo.