El gobierno español admitió este jueves que una planta subterránea de almacenamiento de gas puede haber inducido la oleada de sismos que se registran desde hace dos semanas en la costa de Castellón y Tarragona (noreste).

“Parece que hay una correlación, una relación directa entre la inyección de gas que se ha producido en ese almacenamiento subterráneo que está a 22 km de la costa y los microsismos que se han producido a lo largo de los últimos 15 días”, afirmó el ministro de Industria, José Manuel Soria, en una entrevista con la radio Cadena Cope.

Desde la noche del miércoles, la costa nororiental española ha vuelto a sufrir más de una veintena de sismos, dos de ellos de magnitud 4,1, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN), que lleva contabilizados más de 300 sismos en septiembre en la zona.

La sacudida de mayor intensidad tuvo lugar el pasado martes cuando uno de los sismos alcanzó los 4,2 grados de magnitud.

“Cuando se produjo uno de intensidad 3,6 hace una semana (…) lo que hizo el ministerio fue dictaminar una resolución para parar todo tipo de actividad adicional (en la planta) hasta que no se sepa exactamente que está pasando”, explicó Soria, recordando que expertos del colegio de geólogos y del IGN se han trasladado a la zona para investigar.

Esta planta de almacenamiento de gas, bautizada Proyecto Castor, aprovecha un antiguo pozo petrolífero a más de 1.700 metros por debajo del fondo marino como un almacén de gas natural.

El pozo, en el que de momento se han inyectado 100 millones de metros cúbicos de gas de los 1.300 millones que podría albergar, está conectado a una plataforma marina que, a su vez, se conecta por un gasoducto con el sistema de distribución de gas español.

“Existen indicios racionales para pensar que los terremotos están relacionados con la inyección de gas en el proyecto Castor”, indica el presidente del Colegio de Geólogos de España, Luis Suárez, quien señala la presencia de una falla en el área.

“No es que el pozo Castor cree terremotos, es que en la zona de la falla hay energía acumulada que, inducida por la inyección de gas, acaba soltándose”, añade Suárez, quien ve “muy improbable que se produzcan terremotos de mayor magnitud”.