Nahashon Mwangi estaba trabajando cuando recibió una llamada desesperada de su hijo, atrapado en el centro comercial Westgate de Nairobi atacado por un comando islamista.

“Papá, estoy herido en el cuello y en la mano. Estoy sangrando. ¡Ayúdame!”, suplicaba su hijo de 21 años al otro lado de la línea telefónica.

Nahashon Mwangi se subió inmediatamente en su coche y se dirigió a este lujoso centro comercial, escenario del drama del sábado que se prolongaba este domingo.

Atrapado en un taco, llamó a su hijo y éste le contestó: “No me llames más, solo quiero que me saques de aquí. Si me oyen (los terroristas) me van a matar”.

“Tardé una hora en llegar”, dice Nahashon Mwangi. Pero la policía acordonó la zona. “Yo lloraba y suplicaba a los policías que me dejaran salvar a mi hijo. He llorado y gritado como un niño, pero no me dejaron pasar”.

Cinco larguísmas horas después, el hijo de Nahashon Mwangi fue localizado. Fue evacuado por la policía y los militares avanzaban prudentemente metro a metro en el centro comercial, tienda por tienda. Fue trasladado al hospital universitario Aga Khan y operado de urgencia.

Nahashon Mwangi “reza para que se recupere”, pero hay una pregunta que se hace todo el tiempo: “¿Por qué esos hombres nos han hecho esto?”

Los shebab somalíes, vinculados a Al Qaeda, reivindicaron el sábado por la noche la matanza que ya ha dejado 68 muertos, entre ellos un peruano, dos francesas, tres británicos, una holandesa, un sudafricano, una surcoreana y dos indios y el célebre poeta ghanés Kofi Awoonor.

“Era como una película”

Zipporah Wanjiru, empleada del “Westgate Mall”, también logró salir, pero está totalmente traumatizada.

“Hablaban un idioma que no entendía”, dice de los terroristas. “No entendía nada, pero el tono de sus voces era terrible”.

Con cinco de sus colegas logró esconderse debajo de una mesa.

“Disparaban en todas las direcciones, era como una película, veíamos a la gente destrozada por las balas”, cuenta entre lágrimas.

Para Titus Alede, otro superviviente, es “un milagro de Dios” que haya podido escapar a la carnicería provocada por los terroristas, que señalaron que la operación es una represalia a la intervención de las tropas de Kenia en Somalia.

“Estaba sirviendo a unos clientes cuando llegaron. No buscaban dinero. Disparaban contra la gente sin decir nada. Recuerdo que dijeron: ‘Han matado a nuestro pueblo en Somalia, ahora se lo hacemos pagar’”, cuenta.

“Viendo venir la muerte”, se tiró desde una ventana del primer piso y salió indemne.

Escondida bajo un coche toda la noche

Otra superviviente de la tragedia, Cecilia, pasó la noche escondida debajo de un coche en el aparcamiento subterráneo de este lujoso centro comercial frecuentado por kenianos con alto poder adquisitivo y expatriados, helada de frío y muerta de miedo, antes de que la salvaran unos soldados.

Cuando los terroristas llegaron, “empezamos a correr para escapar, pero empezaron a disparar. Había un joven con una pistola que disparaba sin parar. Algunas personas fueron heridas, otras murieron. Entonces corrí hacia el subsuelo y me escondí debajo de un coche”.

Veinte horas después, temblorosa y aterrorizada logró salir del Westgate.