Líbano movilizó a todas sus fuerzas de seguridad para la visita de tres días que inicia el sábado el papa Benedicto XVI, en una fase difícil de la guerra en Siria entre fuerzas del régimen y rebeldes.
“Los servicios de seguridad y municipales están en estado de alerta por la visita del Papa, que habrá de ser una de las más logradas de la historia moderna de Líbano”, afirmó a la AFP el ministro del Interior libanés, Marwan Charbel.
“Es verdad que el ambiente está difícil por lo que ocurre en Siria y en torno a nosotros, pero controlamos la situación”, agregó.
Los disparos de cohetes desde Siria hacia Líbano y los tiroteos en la frontera se han vuelto frecuentes e incluso ha habido combates en Trípoli (norte de Líbano) entre sunitas, en su mayoría opuestos al régimen sirio de Bashar al Asad, y alauitas, la confesión de Asad, que defienden al mandatario.
El padre jesuita Polo Dall’Oglio, expulsado de Siria en julio pasado, quien acusa al gobierno libanés, dominado por el movimiento chiita Hezbolá, de ser “fundamentalmente favorable” al presidente Asad, aconsejó al papa que “pida ayuda a un servicio de inteligencia que pueda garantizarle la seguridad, ya que los servicios libaneses no bastan”.
Sin embargo, para Charbel, “cada servicio de seguridad sabe lo que tiene que hacer” durante esta visita.
A los 85 años, el Papa no quiso renunciar a este viaje. Las expectativas son muy grandes entre las comunidades cristianas, ante el creciente sentimiento de inseguridad motivado por el conflicto sirio. Entre 13 y 15 millones de cristianos viven en la conflictiva región de Medio Oriente.
El patriarca melquita Gregorio III Laham pidió al Papa que reconozca al Estado palestino, porque este asunto tiene “una gran influencia” para los cristianos de la región.
Para el patriarca de Antioquía de Siria, cabeza de la iglesia siria ortodoxa, Ignacio Yusif III Yunan, la visita del Papa permitirá pedir a las partes enfrentadas que se reúnan en torno a una mesa de negociaciones.
Respecto a Siria, el Papa ya ha lanzado desde el Vaticano llamados a una solución pacífica y al fin de las matanzas, y por tanto le será difícil ir más lejos, estiman los observadores.
Benedicto XVI podría reiterar, según esos observadores, el mensaje de su muy popular predecesor, Juan Pablo II, quien afirmó que un Líbano multiconfesional, con su 34% de cristianos, constituye “un mensaje” para toda la región.
Pero la propia clase política libanesa y la comunidad maronita (cristiana) están divididas sobre el régimen sirio de Bashar Al Asad.