Los cadáveres fueron trasladados el viernes desde la sede de Medicina Forense, este de la capital, hacia Anapo, 5 km al suroeste.

La Unidad de Identificación Forense, reforzada con especialistas de México, El Salvador, Chile, Guatemala y otros países, comenzó con las autopsias y las identificaciones un día después del incendio, atribuido por expertos hondureños y estadounidenses a un “accidente”.

El incendio ocurrido en la granja penal de Comayagua en la medianoche del 14 de febrero, con 852 reclusos dentro (el doble de su capacidad). Dejó como saldo 361 muertos en las celdas, en su mayoría quemados por las llamas o asfixiados por el humo.

Los familiares exigen la pronta entrega de los cadáveres, pero el propio presidente Porfirio Lobo les pidió paciencia cuando los visitó en el albergue improvisado en el que se encuentran, porque la identificación resulta difícil por el estado en que quedó la mayoría.