Los franceses no suelen reírse de sus políticos en el teatro, pero una ópera bufa protagonizada por “un pequeño hombre agitado” que se convierte en “jefe de un país” y que, abandonado por su mujer, se enamora de una cantante, promete convertirse en una de las más populares del otoño parisino.

“Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia”, dicen al concluir el espectáculo los intérpretes de “René l’Enervé”, provocando las carcajadas del público, que no oculta su gozo de ver así satirizada toda la clase política francesa, con el presidente Nicolás Sarkozy a la cabeza.

Puesta en escena por el veterano director Jean Marie Ribes, que confiesa que desde hace cuatro años experimenta ante la política y los políticos “un malestar que no disminuye”, la pieza, con música de Reinhard Wagner, se presenta cuando se perfilan ya las batallas electorales, en vísperas de la próxima elección presidencial, en mayo próximo.

El espectáculo, que se estrenó este fin de semana en el Théâtre du Rond Point de Champs Elysées, comienza con un coro griego que explica que los ciudadanos de un país imaginario buscan un nuevo líder, porque el viejo presidente enfermo debe dejar el poder y hay elecciones en el horizonte.

Surge, de repente, un hombrecito agitado que corre mañana y tarde. Se llama René (Thomas Morris), dice que lo que guía sus acciones es el sentido común, y muestra una especial afección por “el bling bling”, los signos exteriores de riqueza, como los relojes de oro y los yates.

En canciones y versos, los intérpretes dibujan una serie de personajes que revolotean alrededor del poder, entre ellos un responsable de la imagen presidencial, un ministro de las Altas Fronteras, que condena a los árabes y africanos venidos de afuera, y Bella Dona, una bailarina y cantante de cabaret, interpretada por la actriz argentina Alejandra Rádano.

Pero el espectáculo de dos horas y media se mofa también del partido opositor, liderado por dos mujeres, Ginette y Gaufrette, que se desgarran en batallas de almohadas, el partido verde, “muy verde, y de los llamados “nuevos filósofos”, a los que ridiculiza.

Para Ribes, que dirige el Théâtre du Rond Point desde hace diez años -un teatro que recibe subsidios del Estado y del Ayuntamiento de París-, hacer esta obra en la que se ríe de los gobernantes y de toda la clase política francesa es una manera de “no agriarse”.

“Desde hace varios años siento malestar por la manera cómo está gobernado nuestro país y hacia la política en general. Y para no agriarme, preferí intentar transformar ese malestar en una farsa divertida”, confesó Ribes, que sostiene que “la risa es una manera de resistir”.

Según el director, que antes se inclinaba más bien por piezas de teatro absurdas, alejadas de la realidad, todo el universo político francés ha sido “coloreado” por el estilo de gobernar de Sarkozy y por la vulgaridad de su lenguaje, que se ha contagiado también a la oposición.

Pero Ribes reserva sus puñales acerados para la extrema derecha, una ideología que “está volviendo a surgir en toda Europa”, a la que personifica bajo los trazos de “Les Cons de la Nation”, los pendejos de la Nación.

Vestidos con trajes de cazadores, tocados con cabezas de ciervos ensangrentados y portando un brazalete como el de los fascistas, los derechistas que retrata Ribes no hacen reír, sino provocan horror.