Miles de personas se manifestaron este miércoles en Madrid contra la visita del Papa y la financiación pública de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), ante la mirada de los peregrinos católicos con los que mantuvieron un tenso cara a cara en algunos momentos.

La víspera de la llegada a Madrid de Benedicto XVI para presidir el evento y convocados por más de un centenar de asociaciones laicas, cristianas progresistas, ateas, de izquierdas y de homosexuales, unas 4.000 personas, según la policía, recorrieron el centro de Madrid con lemas como “Dios sí, Iglesia no”, “No con mis impuestos” o “Esta no es la juventud del Papa”.

La manifestación pasó por la conocida Puerta del Sol, donde los manifestantes se encontraron con cientos de peregrinos, con algunos de los cuales acabaron manteniendo tensos cara a cara separados por un importante cordón policial.

“¡Viva el Papa!”, “¡Esta es la juventud del Papa!”, gritaron los peregrinos, algunos de los cuales rezaron y cantaron al paso de la manifestación, mientras los manifestantes respondieron con un “Yo soy pecador, pecador, pecador”.

La detención de un manifestante por intentar “dar un botellazo” a un agente de policía, acabó también por producir un pequeño choque entre policías y manifestantes cuando los agentes se llevaban al detenido.

Banderas republicanas y con los colores del arco iris, símbolo del movimiento homosexual, ondeaban sobre los manifestantes, que criticaron la utilización de recursos públicos en favor de un evento religioso.

“Se les están dando unas facilidades que a otras personas no les dan por el mero hecho de ser religiosos, como la apertura de colegios públicos, polideportivos y la rebaja del precio del metro”, dijo a la AFP Irene, una joven estudiante.

“Que cada uno crea lo que quiera, pero si viene su líder, que paguen ellos”, dice la joven.

Según los convocantes de la protesta, las administraciones estatal, regional y local han gastado unos 100 millones de euros en las JMJ y la visita del Papa en seguridad, alojamientos gratuitos en colegios y polideportivos públicos, y la creación de un pase de metro rebajado, poco después de anunciar una subida del precio del billete del suburbano de 1 a 1,50 euros.

Por eso, en el manifiesto final de la marcha reclamaron a las administraciones públicas “que dejen de otorgar privilegios propios de épocas pasadas y herencias antidemocráticas” a la Iglesia católica.

Los organizadores de la JMJ insisten, por su parte, en que los 50 millones cuesta el evento vienen en un 80% de los propios peregrinos, que deben pagar, y el resto de patrocinios de grandes empresas y alegan que supondrá unos beneficios de 100 millones de euros.

La protesta también recibió críticas de responsables de la Iglesia como el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, que llamó “paletos” a los convocantes, el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, que tachó de “parásitos” a quienes protesten contra la visita del Papa, mientras la organización antiabortista Hazte Oír la calificó de “acto de hostigamiento de una minoría radical”.

Aunque no todo en la jerarquía católica fueron críticas: el joven obispo español Xavier Novell estimó el acto “lícito”, “legítimo y respetable”.