Científicos de la NASA dieron a conocer un asombroso hallazgo que hace teóricamente posible encontrar vida en un lugar más allá de la atmósfera terrestre.
Como informó el diario español ABC, todo comenzó cuando los organismos especializados detectaron un pequeño asteroide, antes de que éste impactara contra la Tierra el 7 de octubre de 2008.
Pese a que las posibilidades de encontrar algunos restos del meteorito eran casi nulas -se pensaba que la violenta colisión lo había destruido por completo-, el investigador del Instituto SETI para la búsqueda de vida extraterrestre, Peter Jenninskens, encontró parte de la roca en el desierto de Nubia -norte de Sudán-, lo que le permitió realizar un sorprendente hallazgo.
Resultó que el meteorito contenía 19 tipos diferentes de aminoácidos, moléculas orgánicas que son un elemento fundamental ‘para la aparición de la vida tal y como la conocemos’, indicó la publicación.
Esto porque los aminoácidos son considerados la base molecular de la vida. Estos, son utilizados para la creación de estructuras -como el pelo- e incluso para las enzimas.
Pero, ¿cuál es el origen de estos aminoácidos? De acuerdo a los expertos es difícil creer que vinieran en algunos de los asteroides que colisionaron, dadas las condiciones energéticas que se relacionan al impacto. Asimismo, aseguraron que éstos no provenían de una contaminación en nuestro planeta, por lo que señalaron que probablemente fueron creados de una forma completamente diferente a como se organiza la vida en la Tierra.
Específicamente, postularon que podría existir un método alternativo para formar aminoácidos en el espacio, el cual estaría asociado a reacciones de gases cuando un asteroide muy caliente se enfría.
Pese al asombro que existe por esta noticia, no es la primera vez que algo similar aparece en un objeto extraterrestre. Con anterioridad, los investigadores del centro Goddard de Astrobiología encontraron de estas moléculas en el cometa Wild-2 y otros meteoritos.
Por ello, los científicos creen que descubrimientos como estos hacen crecer las posibilidades de hallar vida en el espacio y, además, refuerzan la teoría de que una lluvia de rocas que llegó a la Tierra desde el espacio habría dado origen a nuestra existencia.