El Gobierno boliviano negó este lunes que esté enfrentado a la Iglesia católica por sus apreciaciones críticas respecto a la extrema pobreza, el narcotráfico, la inflación y el ejercicio democrático en el país, declaró a la prensa el vocero presidencial, Iván Canelas.

“El Gobierno no se ha enfrentado a la Iglesia”, dijo Canelas, aunque puntualizó que “lo que nos ha llamado la atención es que (los obispos) lo visitaron al Presidente (en un hospital donde se recuperaba de una operación) y al día siguiente comenzaron apreciaciones en términos muy duros”.

Canelas enfatizó que “el Gobierno no ha comenzado ningún tipo de enfrentamientos”, aunque deploró que el prelado Jesús Pérez haya advertido en la apertura de la asamblea anual de obispos del riesgo de “que se instaure una democracia puramente formal, sin valores y principios éticos” en Bolivia.

Pérez dijo además que el gobierno está “pisoteando incluso los derechos inalienables como el respeto a la vida y la dignidad de la persona, y las libertades personales y democráticas”.

Un comunicado de la Conferencia Episcopal Boliviana respaldó poco después el discurso inaugural de Pérez “con quien nos sentimos plenamente identificados”.

El ministro del Interior, Sacha Llorenti, reaccionó airado a las críticas y calificó a la Iglesia de”antidemocrática, machista, satisfecha, reaccionaria”.

La Iglesia replicó luego con una declaración del obispo Tito Solari de que en el Chapare, región cocalera donde el presidente Evo Morales surgió a la vida política, “hay jóvenes de los colegios de secundaria que, en la noche, salen para trabajar en el tráfico de cocaína”.

Los seis sindicatos de cultivadores de coca del Chapare, cuyo líder es el presidente de Bolivia, Evo Morales, dieron el sábado un nuevo plazo de 48 horas para que Solari se retracte de sus afirmaciones.

Morales se había manifestado el jueves en contra del ultimátum, pero dijo sospechar que detrás de esa denuncia “hay una acción política”.

Un monitoreo de la ONU aseveró que Bolivia, con más de 30.000 hectáreas plantadas, es el tercer productor de coca del mundo, con 18% del total, detrás de Perú y Colombia.

Las autoridades bolivianas estiman que de ese volumen de coca entre 35 y 40% se desvía al narcotráfico.