El lanzamiento, el sábado, de la primera central nuclear iraní en Busher (sur) cierra 35 años de peripecias por contratiempos y retrasos motivados por la convulsa historia de Irán.

Foto: AFP

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El proyecto, concedido inicialmente al alemán Siemens, echó a andar en 1975, en la época del Sha. Las obras se vieron interrumpidas por la revolución islámica de 1979 y la guerra entre Irak e Irán (1980-1988).

A finales de los años 1980 Irán quiso impulsar el proyecto, pero Alemania convenció a Siemens para que se retirara a causa del peligro de proliferación nuclear. Entonces Teherán recurrió a Rusia, que retomó el contrato en enero de 1995 para construir un reactor de agua a presión de 1.000 megavatios.

Irán, cuarto productor mundial de petróleo, tiene la intención de equiparse de un parque nuclear de 20.000 megavatios.
El contrato firmado con Moscú preveía la entrada en servicio en 1999, pero un sinfín de problemas retrasaron 11 años las obras, que dieron trabajo a miles de ingenieros y técnicos rusos.

El primer obstáculo para los rusos fue ajustar su equipo a las estructuras heredadas de la compañía alemana. Además rusos e iraníes tuvieron que salvar diferencias de orden financiero sobre el proyecto, estimado en más de 1.000 millones de dólares.

Otro escollo fue la presión ejercida por Washington para que Moscú no concluyera la central por miedo de que abriera a Irán el camino para fabricar el arma atómica.

La República Islámica está sometida desde 2006 a un embargo internacional sobre equipamientos y tecnología nuclear en el marco de sanciones de la ONU por negarse a suspender el enriquecimiento de uranio.

Moscú logró, no obstante, una derogación para concluir la construcción de la instalación de Busher gracias a un acuerdo con Irán en virtud del cual suministrará, y luego repatriará, el combustible utilizado por la central para reducir el riesgo de proliferación.

Muchos analistas y diplomáticos consideran que Rusia retrasó el final de las obras para poder seguir presionando a Irán, sobre todo para que coopere con la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

La prensa y determinados responsables iraníes acusaron por su parte a Rusia de haber prolongado las obras por “motivos políticos”.