Luego del primer día sin lluvias fuertes en algunas zonas afectadas por inundaciones en el nordeste de Brasil, los socorristas aprietan el paso para intentar localizar a cientos de personas que siguen desaparecidas y hacer llegar ayuda a decenas de miles de afectados.

Son 45 los muertos por las crecidas de ríos y arrastre de lodo en los estados de Alagoas y Pernambuco, en donde algunas ciudades fueron arrasadas, constató la AFP.

El presidente Luiz Inacio Lula da Silva sobrevolará la zona de desastre el jueves. Su gobierno prometió 55 millones de dólares para los dos estados afectados, la mitad de ese monto de forma inmediata.

La preocupación mayor de las autoridades, ahora que bajaron las aguas, es dar con las personas que no pudieron ser localizadas por familiares, y acercar comida, medicamentos y abrigo a los más de 180.000 damnificados.

La búsqueda de cuerpos y eventuales sobrevivientes se realiza desde la tarde del miércoles, con la ayuda de perros entrenados, que serán desplazados sucesivamente a distintas ciudades afectadas, informó la agencia oficial de noticias de Alagoas.

En la tarde del miércoles, la Fuerza Aérea consiguió rescatar a 74 familias que habían quedado aisladas desde el sábado en el poblado de Santa Polonia, en Alagoas, según la misma fuente.

Las dificultades de los socorristas para acceder a sitios aislados alimenta el temor de que la cifra de muertos se dispare cuando las brigadas de rescate alcancen esas zonas.

El ministro de Defensa, Nelson Jobim, sobrevoló este miércoles la región y afirmó que su secretaría y el Ejército montarán un esquema para apoyar a las víctimas y reconstruir las ciudades.

El Ejército movilizó un total de 1.700 soldados para atender una vasta área castigada por lluvias torrenciales desde el sábado y hasta el martes.

Las autoridades federales iniciaron una fuerte campaña de donación para los damnificados. Toneladas de alimentos, medicamentos, colchones y abrigos llegan de distintos puntos del país, y en algunos lugares, la distribución se hace sólo mediante helicópteros.

La del nordeste es la tercera tragedia de grandes proporciones que ocurre en Brasil en lo que va del año a causa de las lluvias, inundaciones y deslaves. A comienzos de año, ocurrieron desmoronamientos de cerros en la localidad turística de Angra dos Reis, cercana a Rio de Janeiro, que dejaron unos 50 muertos. En abril pasado, en Rio y su satélite Niteroi, los deslaves dejaron 230 muertos confirmados.