El gobierno socialista portugués decidió dar un día de descanso a los funcionarios el 13 de mayo, con motivo de la visita del Papa a Portugal, causando molestia al patronato y los sindicatos en un momento en que el país enfrenta una grave crisis presupuestaria.

Benedicto XVI es esperado el 11 de mayo en Lisboa, y luego viajará los días 12 y 13 a Fátima (centro), antes de terminar su periplo en Oporto (norte) el 14. Durante su estadía, el Papa celebrará tres misas en público, en Lisboa el 11, en Fátima el 13 y en Oporto el 14.

Además del 13 de mayo, que será feriado para los 675.000 funcionarios del país, el gobierno decidió otorgar medio día libre suplementario, el 11 para los funcionarios de Lisboa y el 14 para los de Oporto.

El miércoles, sindicatos y patronal criticaron la medida por “costosa” para un país que, subrayó el presidente de la Confederación de la Industria Portuguesa (CIP), Antonio Saraiva, “tiene necesidad de trabajar”.

“Lo que se pide a los portugueses es un esfuerzo de competitividad, crecimiento y productividad (…) y no ausentismo”, deploró Saraiva, interrogado par la radio TSF.

Para el líder de la CGTP, principal central sindical del país, Manuel Carvalho da Silva, “esta medida no ayuda para nada en estos tiempos de crisis”, en especial “en este periodo donde se ataca a los trabajadores con tesis falsas, de que no son productivos y que deben trabajar más”.

Por su lado, el líder de la UGT, confederación cercana al partido socialista, Joao Proença, calificó la decisión del gobierno de “muy mala” y añadió que “crea una discriminación con los trabajadores del sector privado”.

“Si la gente quiere ir a Fátima, pueden organizarse para ir. Pero una visita papal no debe afectar los servicios públicos, es absurdo, inaceptable”, dijo.

Según una investigación realizada en 2008 por el Instituto de Ciencias sociales de Lisboa (ICS), 88,3% de los portugueses se declaran católicos pero sólo 23,9% de ellos son practicantes.

El episcopado portugués saludó el miércoles la decisión del gobierno: “Es un servicio dado al pueblo portugués, mayoritariamente católico”, pero también “un gesto de respeto hacia la autoridad internacional del Papa”, declaró su portavoz, el padre Manuel Morujao.