Micromachismos: las conductas sexistas menos evidentes que todo el mundo ha cometido alguna vez

Créditos: Jaime Silva | BBCL

Miércoles 11 marzo de 2020 | Publicado a las 10:10 · Actualizado a las 11:31

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Hay algunas acciones evidentemente machistas, pero también hay otras que pasan desapercibidas en el día a día y que también constituyen manifestaciones del sexismo latente en la sociedad.

“Están ahí, aunque a veces no queramos verlos o prefiramos quitarle importancia. Son los micromachismos, el machismo cotidiano que encontramos en las calles, en los centros de trabajo, en los bares, en las tiendas o en nuestras propias casas y que influye en nuestras vidas”, explican los autores del blog español Micromachismos de ElDiario.es, que nació hace unos años como una forma de visibilizar esta realidad.

Este término fue acuñado por Luis Bonino Méndez, psicólogo que se ha dedicado a trabajar en diversos ámbitos de la salud mental y la igualdad entre hombres y mujeres.

Según Bonino, al micromachismo lo podemos definir como actitudes de dominación “suave” o de “bajísima intensidad”, formas y modos larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente, destaca en su artículo publicado en Revista Cibéles de España.

Pequeñas tiranías o violencia blanda, son otros términos con los que se catalogan estas conductas que, en general, no suponen intencionalidad o una mala voluntad por parte de quienes los cometen.

Ejemplos en el día a día

Cuando no las miran a la cara al hablar, cuando le dan más crédito a la palabra de un compañero en el trabajo sólo por ser varón, cuando se trata de “niñita” a un hombre por mostrar emociones o no ser lo suficientemente fuerte o valiente, son algunas manifestaciones más solapadas del machismo en la vida cotidiana.

En este último caso, por ejemplo, se vincula la manifestación de emociones con la debilidad, y a su vez con lo “femenino”. También es común que cuando un hombre o niño no se atreve a hacer algo se le diga esto también o algunos de sus derivados.

Jaime Silva | BBCL
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Algo que también está presente de la infancia, es la diferenciación entre los juguetes de niña y niño. Mientras a ellos se les da autitos, bloques de construcción, cohetes y dinosaurios, fomentando su interés en la ciencia o potenciando habilidades motoras; a las niñas se les suele entregar muñecas y tacitas, reforzando su rol de madre y dueña de casa.

Jaime Silva | BBCL
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Otra manifestación de esta situación ocurre por ejemplo en lugares como el Metro, donde muchos hombres abren demasiado sus piernas al sentarse invadiendo el espacio de los demás, especialmente de las mujeres. Y raramente, verías a una mujer hacer lo mismo.

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Cuestionar la forma de vestir de una mujer según su edad o situación personal (por ejemplo, una madre) también es recurrente en el día a día.

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También ocurre mucho, tal como lo expusimos anteriormente en BioBioChile, que muchos hombres no toman la iniciativa en la administración del hogar y sólo esperan que sus parejas les digan qué hacer. El problema es que si bien muchos quedan con la sensación de que en sus hogares la repartición de tareas es equitativa, en la práctica la carga se la lleva la mujer porque además de realizar gran parte de las tareas, al mismo tiempo asume la responsabilidad de estar al tanto de todo lo que falta hacer en el hogar. A esto se le denomina “carga mental”.

Jaime Silva | BBCL
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Para ejemplificarlo mejor, un artículo del diario El País, publicó una lista de conductas “micromachistas” que pueden ayudarte a revisar tu comportamiento y corregirlo, pues nunca es tarde para aprender y dejar de normalizar conductas que van en desmedro de la equidad de géneros.

*Responde sí o no a cada afirmación. Por cierto, es muy difícil que alguien saque 0, porque son comportamientos que todos hemos internalizado en algún momento.

1. He creído necesario explicar algo a una mujer, sin que ella me lo pidiese, por el hecho de ser mujer.

2. No considero a una ama de casa una trabajadora más.

3. Me refiero a hombres por su apellido (Sánchez, Rivera, Iglesias) y a mujeres por su nombre (Susana, Irene, Soraya).

4. He comentado a un amigo que se quedaba al cuidado de sus hijos: “Hoy te han dejado de niñera”.

5. En la cama antepongo mi placer sexual al de mi compañera y no suelo preguntar por sus preferencias y necesidades.

6. He dicho que yo “ayudo” en las tareas del hogar, asumiendo que el trabajo es de una mujer y yo estoy ayudando, no participando en igualdad.

7. Me he sentido incómodo y perdedor en alguna ocasión porque el sueldo de mi novia o mujer es más alto que el mío.

8. Asumo continuamente la heterosexualidad de las mujeres y de otros hombres.

9. En mi trabajo o entre mis amistades, solo propongo jugar al fútbol a los varones, dando por sentado que ellas no quieren jugar.

10. He pronunciado la frase: “Al final las más machistas son las mujeres”.

11. Cuando el niño va al médico o de compras, lo acompaña su madre. Cuando el niño va al fútbol, lo acompaño yo.

12. Considero que las labores domésticas de mi casa, cuidando de mis hijos o ayudando a mis mayores, siempre las va a hacer mejor una mujer.

13. He preguntado a alguna mujer que para cuándo los hijos cuando nunca se lo he preguntado a un hombre.

14. He pagado de forma sistemática mis cenas con mujeres presuponiendo que es lo que se espera de mí.

15. Hablando con un amigo he descrito a una mujer como “poco femenina”.

16. Soy homosexual y he pronunciado la frase: “¿Cómo voy a ser machista si soy homosexual?”, pensando que el machismo es únicamente un error de los hombres heterosexuales.

17. He usado la palabra “provocador” para describir el atuendo de una mujer.

18. He comentado que esas no son formas de hablar “para una señorita”.

19. No me gusta salir con mujeres más altas que yo.

20. En compañía de una mujer, he ocupado el sillón del piloto porque interpreto que es lo normal o un gesto de galantería.

21. Me he negado vehementemente a aceptar palabras nuevas (estén aceptadas por la RAE, como “jueza” o “presidenta”) sin pensar en que tal vez dan un sentimiento de comodidad y pertenencia a mi interlocutora.

22. Considero normal que en televisión los presentadores sean los ácidos y divertidos y ellas las guapas.

23. He hecho el comentario “Sara es una mujer fuerte” dando por hecho que considero que ser fuerte es un rasgo más masculino.

24. Tengo mellizos y nada más nacer hice socio de un equipo de fútbol a mi hijo y no a mi hija.

25. Dejo a mi hijo adolescente salir hasta las 3 de la madrugada, pero a mi hija le obligo a venir antes de medianoche.

26. Nunca he hablado con mi hijo de feminismo.

27. Soy el dueño de un local público y he puesto el cambiador de bebés en el baño de mujeres.

28. Invitado a comer en la casa de unos amigos, he felicitado a la mujer por la comida sin preguntar antes quién había cocinado.

29. Invitado a comer en la casa de unos amigos, me he dirigido al hombre para hacer preguntas sobre automóviles, dinero o deportes porque he deducido que a ellas no les interesarán esos temas.

30. He presentado a una mujer por el cargo o la posición de su marido (“esta es la mujer de…”) en vez de por su nombre y profesión.

31. Soy camarero y siempre pongo la bebida alcohólica al chico y la bebida sin alcohol a la chica, sin preguntar quién ha pedido cada una.

32. Soy camarero y siempre dejo la cuenta de la mesa al chico.

33. Tengo una empresa en la que los trabajadores van uniformados y ellos llevan pantalón y ellas falda, sin opción de elegir.

34. Intentando ser amable, he llamado “guapa” a una mujer a la que no conozco de nada.

35. He dicho “no me lo habías pedido” cuando una mujer me ha recordado que no he hecho mi parte de las tareas de hogar.

36. Me he callado ante el comentario machista de un amigo.

37. He juzgado a una mujer por su forma de educar a sus hijos cuando no lo hago con un hombre.

38. He preguntado a una mujer cómo conjuga su vida profesional y su vida familiar, algo que jamás he preguntado a un hombre.

39. He comprado ropa de color rosa o muñecas a una niña sin consultar con sus padres (o con la propia niña) qué regalo deseaba.

40. Trabajo en un centro público destinado a mujeres y he puesto únicamente revistas de moda y sociedad en la sala de espera.

41. En una conversación sobre políticos, me parece normal hacer comentarios sobre el aspecto de ellas cuando no lo hago sobre el de ellos.

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