En la extinta Unión Soviética, hay varios relatos que fueron borrados -literalmente- de la Historia. Pero muchos de ellos, que permanecieron ocultos bastante tiempo, han dado luces de los eventos que ocurrieron en la URSS. Un ejemplo de esta situación, es lo ocurrido en la ciudad de Ozersk.
Este asentamiento urbano, ubicado a 2.000 kilómetros al este de Moscú, es conocido con el nombre de “ciudad 40”. En cuanto a su origen, esta metropóli, debía cumplir el siguiente mandato: recibir a los trabajadores de la central nuclear de Mayak.
Tanto la ciudad y la central, fundados en 1946, cumplieron un rol esencial , pero secreto, para la Unión Soviética dirigida por Iósif Stalin, donde debieron ayudar a producir bombas nucleares. Incluso, Mayak marcó el precedente de ser la primera ciudad soviética en construir una bomba nuclear.
Aunque el hecho ronda el secretismo, Ozersk, es el protagonista de una historia olvidada que en BBCL, te contamos a continuación.
Ozersk, la “ciudad 40” de la Unión Soviética
Desde el principio de su fundación, pocos sabían de la existencia de Ozersk. Fundada bajo la premisa de ser una ciudad “cerrada”, durante varias décadas, Ozersk estaba simplemente “borrada” del mapa. No obstante, este apelativo daba cuenta del hermetismo que caracteriza a las urbes que cumplen un propósito político y estratégico para Rusia.
El historiador Serhii Plokhii, director del Instituto de Investigación Ucraniano de la Universidad de Harvard, explicó que esta visión, es bastante común en países como Rusia. “Había una conexión muy cercana entre la producción de las bombas atómicas y la construcción de reactores para uso civil, fabricados por los militares”, agregó a BBC Mundo.
En el caso de los rusos que aceptaron mudarse en aquel lugar, eran vistos como “los salvadores del mundo” por participar activamente en la elaboración de armamento nuclear.

Más aún, las naciones como Estados Unidos, eran sindicadas como los “enemigos” de la potencia soviética, consignó The Guardian.
Hay que mencionar que muchos de los residentes, tomaron la decisión de viajar a la ciudad, debido a la promesa de tener una mejor calidad de vida como altos sueldos, acceso a vivienda y una educación de excelencia.
Sin embargo, la reubicación se dio en un ambiente hipervigilado, que consistió en dejar el mundo exterior atrás, durante los primeros años en que se fundó la ciudad, aseveró una publicación de Vice.
Entre guardias de seguridad y alambradas de púas, miles de familias vivieron en una aparente tranquilidad. No obstante, este auténtico paraíso ha tenido severos costos de salud para los rusos, que decidieron probar suerte e irse a vivir a este sueño soviético.
La planta nuclear de Mayak
Inmediatamente, casi después de la fundación de este asentamiento, los rusos comenzaron a sufrir una serie de malestares derivados por la alta exposición a los elementos radioactivos.
Según informó The Guardian, en la década de 1940, la gente empezó a enfermar y morir, víctimas de la exposición a la radiación.
Cabe mencionar que la planta nuclear -que funciona hasta el día de hoy- y que se ubicada en los Montes Urales, cumplió el objetivo de producir plutonio hasta 1990. Así las cosas, en medio de una región de bosques de cedros, lagos y de pantanos, la central nuclear fue el epicentro de vertidos tóxicos en el medio ambiente, tanto en ríos como en lagos.

De igual forma, investigaciones no oficiales, han detallado que Mayak ha vertido 200 millones de curies, un material equivalente a cuatro Chernóbil.
Pero si hablamos de un desastre que marcó un hito, es la explosión ocurrida en septiembre de 1957. Hace 68 años, trabajadores y científicos, además de los vecinos de la ciudad, fueron afectados por la explosión de un tanque de almacenamiento radioactivo. De acuerdo con BBC Mundo, en aquel incidente, se liberaron 20 millones de curies de material radiactivo a la atmósfera, causando el tercer peor desastre nuclear de la historia después de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011).
Un reportaje de The New York Times, que describió el hecho, aseguró que 272.000 personas fueron expuestas al plutonio, un elemento radioactivo que se produce solamente en reactores nucleares.
En un testimonio recogido por el diario neoyorquino, se habla de la muerte de una niña pequeña que murió por el marco de una cama con metal irradiado, que fue reciclado de Mayak. Así lo mencionó Taisia Fomina, testigo de aquella tragedia. “Corrían rumores por el pueblo de que algo había explotado en la fábrica, pero no sabíamos qué”, acotó. “Por supuesto, no nos lo dijeron”, afirmó la mujer de 84 años.
Encubrimiento y secretismo en Ozersk
A raíz del desastre, la prensa de la época, informó preliminarmente de la aparición de auroras boreales, aunque lo cierto, es que una nube radioactiva se extendió cientos de kilómetros sobre el país, afirmó BBC Mundo.
Sin embargo, la explosión en la central de “Mayak”, provocó que 20.000 kilómetros fueron afectados por la radiactividad. De acuerdo con el Portal de Medio Ambiente y Sociedad, las autoridades soviéticas exigieron que los campesinos que sacrificaran su ganado, enterraran sus cosechas y araran sus tierras de cultivo.
En ese caso, más de 20 aldeas, con más de 11.000 habitantes, sufrieron los efectos devastadores del plutonio. A pesar de lo dicho, este asunto vuelve a repetirse a lo largo de los años, puesto que los residentes de Ozersk, acusan una serie de irregularidades hasta el día de hoy.
Al respecto, el lago Karachay, ubicado en las inmediaciones de Ozersk, contiene 20 millones de curies de radionucleidos.
De hecho, los lugareños lo llaman informalmente como el “Lago de la Muerte” o “Lago de Plutonio”, detalló The Guardian.

Es más, en octubre de 2017, autoridades francesas y alemanas de seguridad radiológica, sostuvieron de que en la región de los montes Urales, detectaron una nube compuesto por rutenio 106, un isótopo radiactivo, que flotaba sobre Europa. Aunque es un elemento químico inocuo, debido a que dura cerca de 300 días en el medio ambiente, la aparición del rutenio, levantó sospechas en torno a “Mayak”.
Respecto al hecho, Frank N. von Hippel , que es físico de la Universidad de Princeton, aclaró al The New York Times, que muchas veces “el encubrimiento es más interesante que el accidente”.
Finalmente, lo seguro es que en un futuro cercano, si hay una catástrofe, es posible que los detalles sean revelados de forma parcial, al igual que la detonación ocurrida en 1957.
“No sabemos cuánta gente sufrió, cuántos murieron, cuántos eran soldados o criminales. Esas cifras no están disponibles”, contó Zhores Medvedev a BBC Mundo, un bioquímico que estuvo encargado de monitorear el accidente para las autoridades soviéticas.