La súper bomba desarrollada por la Unión Soviética, llamada Bomba del Zar, es 1.500 veces más poderosa que las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en conjunto. Fue probada sólo una vez en la historia, provocando una nube visible a 1.000 km.

Cuando hablamos de armamento nuclear es inevitable pensar en Hiroshima y Nagasaki, ciudades japonesas que fueron destruidas durante la II Guerra Mundial con las únicas dos bombas nucleares que se han usado en una guerra, dejando más de 130 mil muertos entre ambas.

Sin embargo, existen otras bombas nucleares que pese a que no se han utilizado en conflictos bélicos, al menos hasta ahora, han sido probadas con el objetivo de verificar su funcionamiento en potenciales enfrentamientos.

Es en esta carrera nuclear que potencias como Estados Unidos han desarrollado una gran variedad de bombas, todas con diferentes capacidades y potencia. En la vereda del frente, los soviéticos también han hecho lo propio.

De hecho, Moscú está detrás de la Bomba del Zar, la que de acuerdo a medios internacionales como la cadena británica BBC, es la bomba nuclear más poderosa de la historia.

Desarrollada por la Unión Soviética, la Bomba del Zar es la responsable de la mayor explosión provocada por el ser humano en la historia.

Esta fue detonada el 30 de octubre de 1961 como prueba de demostración en Nueva Zembla, un archipiélago localizado en el ártico de Rusia.

Tal como detalla el medio Perfil, su desarrollo fue visto como un punto de inflexión en la Guerra Fría, y en parte fue la causante de un tratado internacional para prohibir el uso de este tipo de armamento.

Para comprender el desarrollo de una megabomba de este tipo, debems situarnos en la década de los años ’50. Con el recuerdo aún latente de las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en Japón, Washington y Moscú se enfrentaban en la llamada Guerra Fría para convertirse en la mayor potencia del mundo.

Es en medio de esta lucha de dos superpotencias, que tenía en vilo a todo un planeta, que los soviéticos comenzaron a desarrollar una bomba para “ponerse al día” frente a sus rivales norteamericanos.

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Captura

Para esto, no sólo enviaron a una inocente perra al espacio -con resultados desastrosos que tardaron años en reconocer- sino que además probaron diferentes dispositivos nucleares. Fueron tomando nota; aprendieron.

Fue así como bajo un hermetismo marcial, establecieron el 30 de octubre de 1961 como el día en que detonarían su bomba más poderosa.

La aeronave a cargo de su lanzamiento fue un Tupolev Tu-95, un bombardero estratégico y portamisiles propulsado por cuatro motores turbohélice que sigue prestando servicio para Rusia. De hecho, está planeado que lo siga haciendo hasta 2040.

Con ocho metros de largo, dos de ancho y 27 toneladas de peso, la Bomba del Zar era tan grande que prácticamente no cabía en ningún avión. De hecho, el Tupolev Tu-95 fue modificado.

Un segundo avión viajó con un equipo de científicos para así monitorear la explosión. Con el fin de reflejar la radiación, ambas naves fueron pintadas blanco.

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Captura

La gigantesca y poderosa bomba fue lanzada desde gran altura con un paracaídas especialmente diseñado para desacelerar su caída.

Cuando le restaban 4.000 metros sobre la superficie, fue detonada, provocando un destello que fue visible a 1.000 kilómetros. Para tener una idea, es la distancia aproximada que separa a Santiago de Puerto Montt.

En un video desclasificado hace un tiempo se puede ver cómo una enorme nube de polvo y escombros con forma de hongo que se elevó por casi 70 kilómetros, desatando una onda expansiva que además de provocar un temblor, destruyó edificios en un radio de 55 km.

El portal Perfil detalla que las mediciones llevadas a cabo por los investigadores arrojaron que el rendimiento de la explosión fue de 50 megatones, equivalente a 50 millones de toneladas de TNT.

Distritos soviéticos emplazados a cientos de kilómetros fueron afectados por los efectos, con casas destruídas y daños en edificaciones. Las comunicaciones por radio, en tanto, se vieron interrumpidas por más de una hora.

Sorprendentemente, debido a que la bola de fuego no hizo contacto con la Tierra, la cantidad de radiación fue llamativamente baja.

Debido a las enormes proporciones de la bomba, no resultó práctica para su uso, por lo que su detonación fue más bien realizado con objetos de investigación y propagandístico.

Uno de los principales responsables del desarrollo de esta temible bomba fue Andréi Dmítrievich Sájarov, un reputado físico nuclear soviético que después de colaborar en diferentes armas de este tipo, decidió dar un giro en 180° para luchar en contra de la proliferación nuclear. Por esto recibió el Premio Nobel de la Paz en 1975.

Eventuales efectos en Chile

La plataforma interactiva Nuke Map, desarrollada por el historiador Alex Wellerstein, permite conocer los efectos de diferentes tipos de bombas, incluyendo la Bomba del Zar.

Haciendo una prueba, si la bomba hubiese sido lanzada alguna vez en Santiago, con una explosión de 50 megatones, hubiese tenido efectos catastróficos.

Una detonación en la capital hubiese generado una gigantesca bola de fuego de 6 kilómetros de diámetro que hubiese convertido en un infierno el centro, vaporizando a todos quienes estuvieran en el rango.

Los edificios de hormigón de construcción pesada se dañarían gravemente y las muertes se acercarían al 100%.

En un radio de 20,7 km la mayoría de los edificios residenciales se derrumbarían y la cifra de muertes sería muy amplia.

mapa e Santiago
NukeMap

“Las posibilidades de que un incendio comience en centros comerciales y residenciales son altas, y los edificios dañados tendrían un alto riesgo de propagar el fuego”, señala el citado portal. Incluso, en un radio de 54,3 km se seguirían sintiendo los efectos.

Los vidrios de las ventanas se quebrarían, generando diversas lesiones en una población circundante que se acercaría a un cristal después de ver el destello de una explosión nuclear.

En localidades como Melipilla las personas sufrirían quemaduras de tercer grado y los afectados probablemente no sentirían dolor porque se destruirían los nervios del dolor.

Todo lo anterior, considerando que la detonación se haga efectiva a una altura de 3.960 m.

Afortunadamente, y volvemos a recalcar, esta bomba sólo fue usada en 1961 y nunca más se pensó en utilizarla.