La pérdida de olfato, la anosmia, es uno de los síntomas de Covid-19 que priva de los “olores de la vida”, un problema invisible pero “psicológicamente difícil de vivir” y que no tiene tratamiento particular.

“Lo que más echo de menos es el olor de mis hijos cuando los abrazo, el olor del cuerpo de mi esposa, el perfume de mi papá. La anosmia te priva de los olores de la vida, es una tortura”, dice Jean-Michel Maillard, presidente de la asociación “Anosmie.org”.

También se acaban los placeres cotidianos como el olor del café por la mañana, de la hierba recién cortada o “el del jabón en la piel cuando uno se prepara para una cita”.

“Descubrimos el olfato cuando lo perdemos”, lamenta este cuadragenario, a quien un accidente le dejó anósmico. Sin hablar del problema de no poder oler el gas, el humo o un basurero mal lavado.

Las comidas también son un problema ya que el 90% de lo que comemos está relacionado con el olfato, dice Alain Corré, otorrinolaringólogo del Hospital Fundación Rothschild de París.

“Hay decenas de causas de la anosmia”, explica el especialista que cita las poliposis nasales, las rinitis crónica, la diabetes, el Alzheimer, el Parkinson. Y ahora, la Covid-19.

En este caso, es un síntoma que ayuda a establecer el diagnóstico.

“Cuando la gente pierde el olfato y que no se recupera, notamos una verdadera alteración de la calidad de vida y una tasa de depresión nada despreciable”, dice Alain Corré.

El problema, es que cuando este impedimento se hace crónico. “Estar privado del olfato durante un mes, no es grave. Dos meses empieza a ser incómodo. Pero al cabo de 6 meses, estás solo, bajo una campana de cristal”, dice Jean-Michel Maillard. “Hay una dimensión psicológica muy difícil de soportar, y hay que buscar ayuda”.

Esperanza

No hay tratamiento específico para los problemas de olfato. Hay que tratar la causa pero “el problema de la anosmia relacionada con los virus, es que a menudo, el tratamiento de la infección viral no tiene efectos en el olfato”, precisa el doctor Corré.

“Según los primeros datos, un poco más del 80% de los pacientes aquejados de Covid-19 lo recuperan espontáneamente en menos de un mes y a menudo antes, en 8-10 días”, dice el médico.

Para otros, pareciera que las neuronas olfativas, que actúan como detectores de los olores, han sido destruidas por el virus. Pero la buena noticia es que estas neuronas, situadas en el fondo de nuestra nariz, tienen una capacidad de regeneración.

Los hospitales parisinos Rothschild y Lariboisière están realizando un estudio, el “CovidORL”, y ensayan la eficacia de los lavados de nariz con cortisona junto con la reeducación olfativa. Un tratamiento que ha demostrado su eficacia en anosmias originadas por catarros.

La reeducación olfativa permite seguir estimulando las funciones cognitivas, las vías que asocian la memoria y el olfato, desarrolla el otorrino.

Recomienda para ello, elegir cinco olores de la cocina -los que más le gustan- como canela, tomillo, laurel. Huélanlos dos veces al día, durante 5 a 10 minutos, mirando lo que está oliendo.

Con Hirac Gurden, director de investigación de neurociencias del CNRS, la asociación “Anosmie.org” también ha puesto a disposición en su página web un protocolo de reeducación a base de aceites esenciales diluidos, basado en trabajos del investigador Thomas Hummel (Dresde).

“Desde marzo, hemos recibido centenares de llamadas, correos de personas que tenían Covid y que pedían ayuda ya que habían perdido el olfato”, recuerda Gurden.

El invierno pasado, Jean-Michel Maillard terminó la reeducación con cuatro olores. “Actualmente, tengo diez: pescado, cigarrillo, aceite esencial de rosa… e incluso he encontrado un perfume que puedo oler”, dice feliz.