Por Macarena Rojas Abalos, presidenta ACHIPEC
Fernando C. Ortiz, director de Myelin Lab y Académico USACH

Las declaraciones del Presidente Donald Trump, quien afirmó que el uso de paracetamol durante el embarazo podría causar autismo, han encendido un debate que merece ser puesto en perspectiva.

La ciencia, hasta hoy, no respalda esa conclusión.

Lo que existe son estudios observacionales que han detectado una correlación estadística entre el consumo de paracetamol en el embarazo y diagnósticos posteriores de autismo o TDAH en los hijos. Sin embargo, estas investigaciones enfrentan limitaciones importantes, ya que dependen de autorreportes imprecisos, no diferencian bien entre dosis o duración, y sobre todo, están expuestas a lo que llamamos “confusión por indicación”. Es decir, la fiebre o la infección, razones por las cuales se toma el medicamento, son en realidad los factores de riesgo.

De hecho, la fiebre sostenida en el embarazo, especialmente en el primer trimestre, sí se asocia con malformaciones y complicaciones serias, como defectos en el desarrollo del sistema nervioso, riesgo de aborto espontáneo, parto prematuro o bajo peso al nacer. No tratar la fiebre puede ser mucho más dañino que el medicamento mismo. Por eso el paracetamol, en dosis bajas y por el menor tiempo posible, sigue siendo la alternativa más segura.

Otros analgésicos como el ibuprofeno o la aspirina sí presentan riesgos demostrados, como problemas cardíacos y renales en el feto o incluso la interrupción prematura de funciones vitales intrauterinas.

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El consenso internacional es claro. Organismos como la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medicamentos, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos, y el sistema de salud británico coinciden: el paracetamol sigue siendo el analgésico y antipirético de elección durante el embarazo. Más aún, estudios de gran escala, como el realizado en Suecia con más de dos millones de niños, muestran que, al comparar hermanos expuestos y no expuestos al paracetamol, el riesgo de autismo desaparece, confirmando que no hay evidencia de causalidad.

El verdadero problema aquí no es el paracetamol, sino la desinformación. Cuando un líder político afirma sin sustento que un medicamento seguro causa daño, puede generar miedo, confusión y decisiones erradas en la población. Una mujer embarazada que deje de tratar la fiebre por temor expone a su hijo a riesgos mucho más graves que los que pretende evitar.

Ciencia en tiempos de campaña

Por eso es fundamental que la ciencia forme parte activa del debate público y sea un insumo central en la toma de decisiones políticas. En un año de elecciones en Chile, esta reflexión cobra aún más fuerza, como ciudadanía debemos votar con responsabilidad y exigir a quienes nos representen que se asesoren con evidencia y actúen en función del interés colectivo.

Los candidatos, por su parte, tienen el deber de incorporar el conocimiento científico como un pilar estratégico para el desarrollo del país. Solo así podremos enfrentar los desafíos de salud y de futuro con políticas sólidas, recordando lo que vivimos en la pandemia, cuando la colaboración entre ciencia, instituciones y sociedad permitió salvar millones de vidas.

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