Señor Director:

El paracetamol, uno de los analgésicos más antiguos y usados en el mundo, cuenta con décadas de respaldo clínico. Es eficaz frente al dolor y la fiebre, y seguro incluso durante el embarazo. Sin embargo, en tiempos de hiperconectividad, cada nuevo hallazgo científico se difunde rápidamente, a menudo sin matices: primero se habló de su efecto en el dolor emocional, luego, de su vínculo con la resistencia bacteriana y ahora, tras declaraciones del presidente Donald Trump, con el autismo.

Esta paradoja revela dos realidades: la ciencia avanza con hipótesis y estudios que requieren validación; mientras tanto, redes y medios amplifican resultados preliminares. La investigación debe confirmarse en diversos contextos, con metodologías rigurosas que distingan asociación de causalidad.

Agencias como la EMA en Europa y el ISP en Chile han sido claras: no hay evidencia de relación causal entre el uso de paracetamol en el embarazo y trastornos del neurodesarrollo. Se recomienda un uso prudente, en dosis mínimas eficaces y bajo supervisión médica.

Todo medicamento es un xenobiótico, ajeno al organismo. Puede ser beneficioso, pero con riesgos que dependen de dosis, momento y condición del paciente. Etapas como embarazo, infancia, vejez o ciertas patologías exigen mayor precaución.

No se trata de alarmismo ni de minimizar riesgos, sino de conciencia y criterio. Los fármacos salvan vidas, pero su uso debe ser profesional, racional y responsable.

Dra. María Magdalena Pérez Ortiz
Directora de la carrera de Química y Farmacia
Universidad Autónoma de Chile, Sede Temuco

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