En el marco de un mercado textil con importaciones en cifras récord en dos décadas, la cadena argentina de supermercados Coto abrió un nuevo frente en su estrategia de diversificación y marcó un hito inesperado para el consumo del país vecino: empezó a vender indumentaria de H&M, una de las marcas de fast fashion más reconocidas del mundo y una de las preferidas por los argentinos cuando viajan a Chile, Estados Unidos o Europa.
El problema es que el concepto de “H&M llegó a la Argentina” no es como los argentinos sueñan. No hay noticias aún de locales propios ni con una operación directa, como ocurre en la mayoría de los países de América Latina. Apenas se está dando a través de una “cápsula exclusiva” dentro de un supermercado.
Se trata de una rareza para una marca global, pero coherente con el nuevo escenario comercial que se consolidó en Argentina durante 2025.
La llegada de productos de H&M a Argentina
El anuncio apareció directamente en las sucursales de Coto mediante cartelería que invita a descubrir la colección como parte de la propuesta de indumentaria de la cadena. Así, desde diciembre, las prendas comenzaron a exhibirse en locales de Abasto Shopping, Ciudadela, Nordelta, Tortugas, Moreno y Mar del Plata (Buenos Aires).
Como sucede con cada importación que irrumpe en Argentina, la reacción fue inmediata: videos en TikTok, recorridas por las góndolas y comparaciones de precios que rápidamente se viralizaron. Los valores resultan accesibles para el estándar local, aunque todavía lejos de los precios que H&M ofrece del otro lado de la cordillera, especialmente en Chile.
Las importaciones de vestuario crecieron de forma acelerada tras la baja de aranceles aplicada por el gobierno de Javier Milei. El fenómeno no se limita al retail físico: plataformas asiáticas como Shein y Temu multiplicaron el ingreso directo de prendas al consumidor final, mientras grandes empresas locales ampliaron su portafolio con marcas extranjeras, aprovechando una logística más fluida, menos restricciones cambiarias y un esquema regulatorio más laxo.
Importaciones de bienes de consumo
Entre enero y septiembre de 2025, las importaciones de bienes de consumo alcanzaron en Argentina los 8.376 millones de dólares, el valor más alto desde 2004, de acuerdo a un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que señala un incremento del 25,3% respecto del récord previo registrado en el mismo período de 2018. Por analizar septiembre (último dato disponible), las compras externas de bienes de consumo sumaron 1.157 millones de dólares.
El impacto es transversal y modifica la estructura productiva: muchas empresas que antes fabricaban en el país hoy funcionan, directamente, como importadoras. En términos de participación sobre el total de importaciones, los bienes de consumo representaron el 14,6% en 2025, ubicándose 4,1 puntos porcentuales por encima del mismo período de 2023.
Cinco rubros explican casi la mitad de esas compras externas. Los electrodomésticos, baterías y lámparas lideraron el salto, con un crecimiento de casi 250% frente a 2024. Le siguieron motos, bicicletas y equipos de transporte, ropa, productos alimenticios y marroquinería. En conjunto, concentraron el 48,8% de las importaciones totales de bienes de consumo en los primeros nueve meses del año.
En el caso de electrodomésticos y productos tecnológicos, el fenómeno se explica por una batería de medidas: la eliminación del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) desde diciembre de 2023, la reducción de aranceles para heladeras y lavarropas del 35% al 20% en mayo de 2024, la eliminación del impuesto PAIS y, desde julio de 2025, un nuevo régimen para viajeros que permite ingresar un electrodoméstico de línea blanca comprado en el exterior. El resultado fue un nuevo furor por las compras en Chile y un incentivo adicional para viajar y consumir afuera.
La contracara del fenómeno importador: menos inversión extranjera en Argentina
Mientras las importaciones baten récords, la inversión extranjera directa muestra la otra cara del modelo.
Por primera vez desde 2003, la Argentina registra un saldo acumulado negativo de Inversión Extranjera Directa (IED). Según datos del Banco Central, entre enero y noviembre de 2025 se verificó una salida neta de capitales por 1.521 millones de dólares, un hito estadístico que marca un quiebre en la serie histórica.
Para poner en dimensión, entre 2016 y 2019, la inversión extranjera promedió 3.235 millones de dólares anuales. Entre 2020 y 2023, cayó a USD 953 millones. En 2025, directamente pasó a terreno negativo, evidenciando un cambio estructural en la dinámica de los capitales corporativos.
En particular, en el sector supermercadista, entre noviembre de 2023 y junio de 2025, las ventas de supermercados y autoservicios mayoristas cayeron más de 23% en términos reales, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). La rentabilidad promedio de las grandes cadenas quedó muy por debajo de los márgenes habituales en los países centrales, complicando la cobertura de costos y el retorno de las inversiones.
En este contexto, Argentina aparece como un terreno más apto para empresas nacionales o regionales, capaces de operar con mayor flexibilidad.
No es casual que, desde diciembre de 2023, unas 13 empresas extranjeras hayan abandonado o estén en proceso de salir de la Argentina.
Movistar pasó a manos de su rival argentino Telecom, Burger King pasará a estar en manos del grupo local Desembarco, P&G vendió su negocio a Newsan y la compañía francesa de supermercados Carrefour negocia su salida, en una operación que podría quedar en manos del grupo de su competencia Changomás, también de capitales nacionales. El patrón se repite: capital argentino resistente a los embates tomando el control donde el extranjero decide retirarse.