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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

En 2005, el presidente Ricardo Lagos inauguró la estación de trenes en Puerto Montt, marcando un hito para la región. Sin embargo, 20 años después, el sur de Chile sigue enfrentando problemas de infraestructura, transporte obsoleto y avance del narcotráfico. Los Lagos, región destacada por la industria acuícola y láctea, reclama atención y soluciones concretas: transporte digno, salarios competitivos, combate al narcotráfico y políticas públicas para el desarrollo económico.

A mis 29 cortos años, lo recuerdo perfectamente. Era un 6 de diciembre de 2005 y el tránsito para llegar a mi casa era un completo caos. El motivo me era desconocido, pero pronto me enteraría de que el mismísimo presidente de la República, en ese entonces Ricardo Lagos, estaba en la inauguración de la estación de trenes de Puerto Montt, región de Los Lagos.

Siendo oriundo de la región de Valparaíso, no me era ajeno todo el mundillo de los ferrocarriles. Aún tengo recuerdos de aquellos automotores AES, con asientos de cuero verde, junto al asistente que pasaba cortando los boletos con un “cortaúñas”.

Fuera de lo casi romántico que resultaba tener trenes en el sur, la mayoría teníamos interiorizado que no era más que una puesta en escena y que terminaría en fracaso. El tiempo, una vez más, nos dio la razón. Hoy, 20 años después, pareciera ser nuevamente más de lo mismo: trenes viejos, vías con dudosa mantención, recorridos cortos y sin mucho sentido. Como quien le da un chupete a una guagua para que deje de llorar.

Los Lagos, la otra cara del abandono

Me resulta trágico ver cómo, dos décadas después, el sur de Chile —nuestro hermoso Chile— sigue estancado en todo sentido: micros que se caen a pedazos, arreglos de calles que demoran más de lo normal, un sector agroindustrial que da trabajo, pero con salarios poco competitivos. No obstante, lo que más duele es ver cómo la droga y el narcotráfico se han ido tomando, de a poco, el sur de nuestro país.

La respuesta pareciera ser obvia: a los políticos no les importa. Es más, me atrevería a decir que la gente común y corriente —como usted o yo— les repugnan en todo sentido. Si no, ¿cómo se explica semejante abandono?

La región de Los Lagos concentra la industria acuícola y agroindustrial, destacando en particular la salmonicultura y la industria láctea. Esta última ha sostenido un crecimiento en la producción de leche de un 2,4 % en el último siglo, según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), logrando abastecer todo el mercado nacional y abarcando nuevos focos de negocios en el exterior.

Siendo la región que en gran medida abastece nuestras mesas, ¿no será hora de tener cierta deferencia hacia ella? Seré directo: la región de Los Lagos merece tener un transporte decente —no unas cacharras que apenas encienden y se caen a pedazos— merece peajes más baratos, y sin barreras como en la capital; merece un sistema de transporte integrado, con trenes nuevos y un trazado hecho por gente preparada en la materia.

Necesita políticas públicas que permitan a las industrias, presentes en la zona, expandirse y mejorar los salarios, junto con una seria erradicación del narcotráfico, que no hace otra cosa que expandirse y volver estéril todo lo que toca a lo largo y ancho de nuestro país, incluyendo la mente de nuestros legisladores y autoridades, que no hacen otra cosa que protegerlos, al fin y al cabo.

Matías Montecinos Pérez

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