El océano costero, el mar que podemos experimentar y disfrutar, es vital para la economía y el medio ambiente del país. Sus ecosistemas –arenales, cañones submarinos, roqueríos y bosques de algas marinas– han aportado enorme riqueza e inagotable inspiración y recreación a lo largo del tiempo. En el Día de los Océanos, reflexionemos sobre el aporte proveniente de la biodiversidad que reside en estos ambientes, donde destacan los bosques submarinos que forman las grandes algas pardas.

Hay a lo menos dos especies, comúnmente llamadas huiro, que pueden componer estos bosques submarinos, y otras tres especies que pueden formar el mismo tipo de bosque en la orilla del mar. Estos ambientes son el lugar donde se reproducen y desarrollan muchas especies de peces, mariscos y otras algas. Tanta es la productividad de estos ambientes que se piensa que los primeros humanos llegaron a nuestro continente siguiendo sus recursos desde la costa desde Asia hasta América.

Además de su belleza y fuente de recursos tradicionales para las culturas costeras, los bosques submarinos nos prestan otros tres servicios. El primero, en los ojos de las autoridades y el bolsillo de muchas familias, es su dimensión como recurso pesquero y fuente de ingresos. Chile es de los principales productores de algas pardas del mundo. Los mayores productores mundiales lo hacen mediante la acuicultura, no destruyendo su patrimonio natural.

El segundo servicio es casi invisible: los bosques submarinos absorben y disipan la energía de las olas que golpean la costa, mitigando la erosión del borde costero. Este silencioso y elegante servicio cobrará gran relevancia en los años venideros, a medida que el nivel del mar se eleve y las tormentas alcancen magnitudes extremas.

Finalmente, y a la luz de la creciente tensión entre desarrollo y calidad medioambiental, aparece un tercer servicio asociado a su enorme capacidad para absorber CO2 y nutrientes. Las algas pardas son muy eficientes removiendo diferentes contaminantes del agua de mar… ¿Qué haríamos sin la discreta e imprescindible labor de los recolectores de desechos domiciliarios y el alcantarillado?

Sobre nuestro océano costero se ciernen amenazas fuera de nuestro control, como el aumento del nivel del mar y las tormentas extremas, y otras de difícil control como la contaminación debido a las actividades industriales. Los bosques submarinos son nuestros aliados frente a todas estas amenazas, de modo de controlar la extracción indiscriminada y la destrucción de los ecosistemas que sustentan. Existen normativas vigentes que aseguran su uso racional, aunque lo remoto de las localidades donde se extraen las algas y la falta de fiscalización dificultan su cumplimiento.

Por otro lado, la extracción no controlada entrega un ingreso económico interesante y casi no requiere inversión de capital, algo bienvenido para muchas familias. La única salida es colectiva. Las algas pardas son extraordinariamente productivas, por ejemplo el huiro pitillo –Macrocystis pyrifera– es el organismo que más rápido crece en el mundo. De esta forma, equipados con conocimientos nuevos y antiguos, tenemos la oportunidad de innovar y co-diseñar políticas donde la protección del medio ambiente y la justa aspiración de un ingreso digno no sean incompatibles, anhelos que quedan camino al desarrollo.

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