La nueva legislación es una oportunidad para seguir afianzando y relevando la importancia del uso de herramientas tecnológicas para disponibilizar eficientemente este vital elemento, como lo es el agua.

En estos días, la ONU acaba de declarar que el año recién pasado fue uno de los siete más calurosos de la historia.

En este contexto, el uso y los derechos de aguas son temas que se discuten tanto en Chile como en el extranjero.

En nuestro caso, ya se encuentra muy avanzado en el Congreso el proyecto de ley que reforma el Código de Aguas, después de casi 12 años de tramitación legislativa.

Este busca, entre otras garantías, dar prioridad al consumo humano, la protección de los acuíferos y declarar el agua como bien de uso público, entregando un usufructo a 30 años renovables a quien lo solicite.

En este camino, y con la nueva legislación, las industrias han pasado a estar bajo la la lupa de las personas, pues se asume socialmente que estas no tienen marcos regulatorios ni éticos frente al uso del agua, principalmente en los ámbitos industrial y agrícola.

Pero en algunos casos se trata de prejuicios, ya que hay industrias que han ido convirtiendo sus procesos a lo largo de los años para hacer una mejor gestión de este recurso natural, principalmente implementando tecnología para reducir su consumo y lograr cero pérdida, mención especial en esto a la industria minera.

En línea con lo anterior, ya existen sistemas donde la combinación de tecnología, innovación y transferencia de conocimiento a las comunidades han permitido que estas puedan tener acceso a agua potable de manera regular, sin sufrir cortes de suministro constantes en algunos casos.

Así, ya están en funcionamiento operaciones combinadas que disponibilizan el agua de la mejor manera para el consumo humano, como lo garantiza el nuevo Código de Aguas.

Más aún, este trabajo anteriormente señalado se inserta principalmente en comunidades rurales, las cuales son las más afectadas por la escasez hídrica, no solo por la falta de disposición de agua, sino también por la falta de recursos operativos para hacer un uso óptimo de la infraestructura.

En este camino, y esperando dar solución a este problema, proyectos desarrollados por privados, como el Programa Agua Rural de Anglo American, el cual me ha tocado conocer y estar involucrado, realizan trabajos en las zonas más vulnerables.

De hecho, por medio de transferencia tecnológica, IoT, Big Data y Machine Learning, estos dan a las comunidades visibilidad en tiempo real del funcionamiento de sus sistemas para que puedan operar y automatizar tomando decisiones altamente eficientes en base a datos, permitiendo adelantarse a los problemas, como vaciado de estanques.

Estas iniciativas pueden cambiar la vida de las personas de manera radical. Desde una mirada urbana, esto parece lógico, pero lamentablemente en comunidades rurales no es obvio que salga agua al abrir la llave.

Rodrigo Mena, CEO de We Techs.

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