En la capital, lejano al centro de la ciudad, se construyen edificios para un pequeño porcentaje de la población, que puede y está dispuesta a pagar más de mil millones de pesos por un departamento. Dicha cifra está muy alejada de la realidad de la mayoría que, muchas veces, debe recurrir a otras opciones debido a los altos valores de las propiedades.

Actualmente, un importante porcentaje de los ingresos de un hogar son destinados a la vivienda, ya sea en el pago del arriendo o de dividendos. Por un lado, quienes no tienen la posibilidad de ahorrar y acceder a crédito se mantienen por años arrendando.

De acuerdo a la VIII Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2018, en el 2017 un 25% de los hogares habitaba en una vivienda arrendada.

Por otro lado, hay familias que logran acceder con apoyo de un subsidio estatal, pero que deben optar por inmuebles lejanos a los centros urbanos para ajustarse al límite en UF.

Estas dificultades se ven acrecentadas en la capital, donde la densidad poblacional y la compra de departamento para arriendo deriva en el aumento de los valores. Aún así, hay grupos que buscan conseguir un lugar propio cercano al centro de la ciudad o de lugares de fácil acceso.

Ante esto, se puede priorizar la ubicación por sobre la posibilidad de una vivienda nueva, accediendo al mercado de las usadas.

De hecho, de acuerdo con un estudio realizado por el Centro Interdisciplinario para la Productividad y Construcción Sustentable, CIPYCS, un 56% de la población de la RM no puede acceder al mercado de viviendas nuevas, mientras que solo el 1% tiene la libertad de elegir dónde comprar una.

Si bien quienes sí pueden hacerlo corresponde a un porcentaje bajo, se trata de grupos de altos ingresos, por lo que hay todo un mercado destinado para ellos, quienes pueden acceder a viviendas nuevas sin preocuparse si pasa o no el Transantiago por el sector.

Así, aparecen proyectos que ofrecen departamentos de alto estándar con valores por sobre los mil millones de pesos.

San José de la Sierra

Uno de estos es el edificio San José de la Sierra, proyecto inmobiliario exclusivo emplazado en Las Condes de sólo ocho departamentos.

Si bien la construcción comparte espacios comunes y entra en la categoría de “departamento”, es muy distinto a otros de la capital, tanto por los metros cuadrados y, lo más impresionante, su valor.

Este edificio en particular cuenta con ocho departamentos únicos, que van desde los 388 a los 834 metros cuadrados totales, y su valor va desde las 43.700 UF.

Así, el departamento más barato tiene un valor de 1.190 millones de pesos.

De acuerdo al detalle de la Cartografía Digital del Servicio de Impuestos Internos (SII), con tres pisos, el primero tiene tres departamentos, en el segundo hay dos, y en el tercero hay tres de los cuales dos son dúplex, por lo que también tienen terreno en el nivel medio.

Captura Youtube
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De estos 8, según detalla la Inmobiliaria Magal -a cargo del proyecto-, todos cuentan con ascensor individual. Pero no solo eso, además cada modelo incluye “tres estacionamientos y una amplia bodega”.

“Todos los departamentos se orientan al norte con amplias terrazas y jardineras, además de existir opciones de departamentos con jardín privado u ocupación de las amplias cubiertas equipados con piscinas y quinchos”, detallan.

Entre las características detalladas por Magal, se encuentran las terminaciones en hormigón armado con “textura de tablas a la vista”, altura de cielo de 2,65 metros, “grupo electrógeno que cubre el 100% del consumo eléctrico” y calefacción por losa radiante.

Captura Youtube
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En BioBioChile cotizamos los dos proyectos disponibles, ambos de 4 dormitorios y 5 baños. El más “económico” es de 367.78 m2, cuyo valor asciende a $1.191.389.174 (43.683 UF).

Para acceder a él se debe pagar un pie de 119 millones de pesos, correspondiente al 10%. Así, la renta mínima es de $24 millones mensuales.

Cotización
Cotización

El segundo departamento cotizado tiene una superficie total de 816.01 m2, con un valor que supera los $1.500 millones (1.515.234.951), es decir, 55.557 UF.

En este caso, el pie alcanza los $151 millones, por lo que quien quiera adquirirlo debe contar con una renta mínima de $31.5 millones.

Cotización
Cotización

Un pie, un departamento

Si consideramos solamente el pie del departamento más barato cotizado ($119 millones), obtenemos el dinero suficiente para adquirir una propiedad nueva, amplia y cercana a locomoción colectiva y servicios.

Por ejemplo, de los proyectos en verde del Portal Inmobiliario, con menos de ese dinero se pueden adquirir departamentos en edificios con gimnasio, piscina y quincho.

Uno de estos es el proyecto Mundo Sens ($111.432.932), departamento con entrega en 2020 en San Miguel, cercano a estación Lo Vial de Metro con las siguientes características: 3D/2B y superficie total 92,54m2 (útil 79,23m2, terraza 13,31m2).

Portal Inmobiliario
Valor: $111.432.932 | Foto: Portal Inmobiliario

Otro, más cerca del centro, es el proyecto Edificio Vicuña Mackenna Santiago ( $112.575.293), con entrega en 2019 y a metros de estación Ñuble de la Línea 6: 3D/2B y superficie total 82,78m2 (útil 73,30m2, terraza 9,48m2).

Valor: $112.575.293 | Foto: Portal Inmobiliario
Valor: $112.575.293 | Foto: Portal Inmobiliario

Cada vez más cerca de la cordillera

En la región Metropolitana, los sectores de mayores ingresos se han concentrado en el sector oriente de la capital, en comunas como Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes y La Reina.

Ernesto López, Urbanista de la Universidad de Chile y experto en gentrificación, explicó a BioBioChile que esta tendencia no es de los últimos años, sino que se puede remontar a comienzos del Siglo XX.

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Captura Youtube

“La historia misma de Santiago es, en gran medida, la historia de una elite que se va alejando del centro buscando mejor suelo, mejor aire, menor congestión y menor cercanía con los estratos inferiores“, indicó.

Así, explicó, “a comienzos del siglo XX, Providencia se va loteando, luego Las condes, El Golf y después, la precordillera”.

Consultado sobre cómo se justifican valores sobre los mil millones de pesos en departamentos, López indicó que la diferencia en términos de construcción no es sustancial, ya que el hormigón es el mismo.

Lo que marca las diferencias, acotó, son las terminaciones y revestimientos, y otros detalles como el uso de mármol que encarece los inmuebles.

Lo otro es simplemente el estatus que genera vivir en una propiedad de esos valores, que “se justifica en la medida que hay una demanda que lo puede pagar y lo quiere pagar”.

Sobre ésto, adelantó, en el plantel están iniciando una investigación sobre quiénes son los grupos y familias que están comprando viviendas en el centro en grandes cantidades, como una forma de generar renta. Incluso, explicó, asociándose con constructoras, por lo que compran edificios enteros para luego arrendarlos.

Esta gente, adelanta, del grupo A1, son quienes tienen la capacidad de vivir en departamentos en la cordillera sobre los $1.000 millones.

¿Derecho a la vivienda?

Quienes no pertenecen a este mínimo porcentaje de la población, se ven perjudicados por los altos precios de arriendo y de créditos hipotecarios.

La integración de clases tomó relevancia mediática en los últimos meses con la polémica generada por el proyecto de viviendas sociales en Las Condes, en Rotonda Atenas.

Mientras algunos residentes de la comuna fundamentaban su malestar apelando a una supuesta baja en la plusvalía de sus viviendas; quienes apoyan la integración criticaron a detractores acusándolos de clasistas y advirtiendo que su verdadero malestar se relaciona a la llegada de gente de menores recursos.

Quienes postulan a viviendas sociales ven estos proyectos de integración como una posibilidad real de no vivir en sectores periféricos, con las consecuencias negativas que eso conlleva, como largos periodos de traslado o cercanía a sectores industriales.

Beatriz Cifuentes, dirigenta social de la Coordinadora de Pobladores Newen, del sector sur de Ñuñoa, comentó a BBCL el trabajo por conseguir vivienda en su comuna, donde han vivido por años, junto a sus familias.

Uno de los 5 comités que integra la coordinadora, se encuentra en mesas de trabajo con el Serviu por un proyecto en el Block 73 de Villa Olímpica, proyecto de integración construido por el Estado en 1953 que quedó inhabitable después del terremoto de 2010.

Monumentos Nacionales
Monumentos Nacionales

Tras meses de reuniones, explicó, “el Serviu nos mostró un presupuesto dudoso y poco detallado, donde argumentaban que según sus cálculos era inviable”, por lo que decidieron protestar como un llamado a las autoridades del Ministerio de Vivienda y Urbanismo para retomar el trabajo.

Beatriz comentó que al contrario de lo que se puede pensar, en la comuna hay personas que pertenecen al 40% de las familias más vulnerables del país, que cumplen con las condiciones para acceder a subsidios destinados a este sector, y otro grupo que puede postular a los destinados para la clase media.

Estas familias viven de allegados en casas de familiares, muchas veces en las viviendas de sus mismos padres, donde ahora viven junto a los nuevos núcleos familiares.

Por eso, explica, se busca acceder a una vivienda en la comuna, donde mantienen sus redes familiares, pero donde también “el valor del sueño solo lo hace accesible a las inmobiliarias o familias con gran poder de endeudamiento, con créditos muy castigadores”.

“Exigir vivienda social hoy en Ñuñoa tiene una significancia tremendamente alta, no solo porque nos beneficiaría como coordinadora, sino que también implica el cuestioanmeinto a la forma cómo se está planificando el crecimiento en Santiago”.

En esa línea, agregó, “existe un contexto que está provocando que las familias que no tememos la posibilidad de endeudarnos en un departamento en Ñuñoa tengamos que salir de la comuna para buscar la vivienda propia y esa es una injusticia que es la base que perpetúa una ciudad que está completamente segregada

La vocera de la coordinadora explicó lo trascendental de la lucha: “Lograr vivienda social en Ñuñoa implica cuestionar el modelo que está segregando nuestra ciudad, expulsando a los pobres de las comunas centrales y obligándolos a ubicarse en sectores periféricos, desarraigándolos de sus vínculos y empobreciendo la vida de las comunidades”.

“No solamente queremos vivienda social donde el terreno vale poco, también queremos en las comunas donde el suelo artificialmente vale más de lo que debería valer, lo que se debe a la especulación inmobiliaria”, sentenció.

BioBioChile contactó a Magal para participar del reportaje, sin embargo optaron por no hacerlo.