Mediante una columna publicada este miércoles en el diario estadounidense The New York Times, el presidente Sebastián Piñera salió a explicar los sucesos ocurridos en Chile a partir del estallido social que inició el 18 de octubre.

Por un lado, puso sobre la mesa una serie de indicadores de crecimiento económico que han caracterizado a nuestro país desde el retorno a la democracia.

“El ingreso per cápita se multiplicó por cinco y Chile pasó del sexto lugar en ingreso per cápita e Índice de Desarrollo Humano a encabezar la lista en América Latina. La pobreza cayó de casi un 69 por ciento a un prometedor 8,6 por ciento: ocho millones de chilenos superaron la pobreza. Entre 1990 y 2015, los ingresos del 10 por ciento más pobre de los chilenos aumentaron en un 439 por ciento, mientras que los ingresos del 10 por ciento más rico aumentaron en un 208 por ciento”, aseguró.

Respecto a la situación actual, apuntó a la escalada de violencia y sostuvo que en el Gobierno tomaron las precauciones necesarias para garantizar el respeto a los Derechos Humanos reforzando el sistema de defensores públicos y dando acceso a hospitales e instalaciones policiales al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

Y tal como ha dicho en reiteradas ocasiones en Chile, admite que “hay evidencias que dan cuenta de abusos y uso excesivo de la fuerza” y afirmó que “todos estos casos están siendo investigados por la fiscalía y serán juzgados por los tribunales de justicia, como corresponde en una democracia y un Estado de Derecho.

Acto seguido, destacó la agenda social que impulsa La Moneda centrada en pensiones, ingreso mínimo, ayuda a las pymes, precio de medicamentos, salud y servicios básicos.

“No tenemos tiempo que perder, porque no habrá justicia social sin crecimiento y desarrollo, y no habrá crecimiento y desarrollo sin justicia social”, remarcó.

“Necesitamos forjar en Chile un nuevo pacto social. Por eso hemos acordado una hoja de ruta que nos permitirá, por primera vez en plena democracia y con participación ciudadana efectiva, acordar una constitución que nos brinde un marco de unidad, legitimidad y estabilidad, con el que podamos enfrentar los grandes retos y oportunidades del futuro. Después de todo, una casa dividida no puede prevalecer”, añadió.