Al romper con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en plena pandemia, el presidente estadounidense Donald Trump la priva de parte esencial de su magro presupuesto y pone en peligro programas de salud en los países más pobres.

Trump, que ya había reducido la contribución financiera de Estados Unidos a la OMS, a la que acusa de indulgencia ante China, cumplió el viernes su amenaza de cortar sus lazos con la agencia sanitaria de la ONU.

Estados Unidos, primer contribuyente del organismo, “destinará estos fondos a otras necesidades de salud pública urgentes y globales que lo merezcan”, dijo Trump a la prensa.

Queda -sin embargo- en el aire un interrogante: ¿cuándo y cómo Estados Unidos cortará concretamente los víveres a la OMS?

Menos recursos

La OMS es una institución multilateral creada en 1948. Es una enorme máquina de 7.000 empleados presentes en todo el mundo, que dependen de los créditos otorgados por Estados Unidos y de las donaciones de sus Estados miembros.

Con un presupuesto de 2.800 millones de dólares anuales (5.600 millones para el período bienal 2018/2019), la OMS tiene “el presupuesto de un hospital de talla media en un país desarrollado”, se lamentó recientemente el director general del organismo, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Estados Unidos, con 893 millones de dólares aportados para el período 2018/2019, es decir 15% del presupuesto de la OMS, es el primer suministrador de fondos, por delante de la fundación Bill y Melinda Gates, primer contribuyente privado, la Alianza para la Vacunación Gavi, Reino Unido y Alemania, y muy lejos por delante de China y sus 86 millones.

La contribución estadounidense va esencialmente a África y Medio Oriente.

Cerca de un tercio de estas contribuciones cofinancia las operaciones de lucha contra las urgencias sanitarias y el resto es dedicado a los programas de erradicación de la poliomelitis, a la mejora del acceso a los servicios de salud y a la prevención y la lucha contra las epidemias.

Estupefacción

En momentos en que el Covid-19 ha causado ya más de 360.000 muertos en todo el mundo, el anuncio de Estados Unidos ha dejado estupefacta a la comunidad científica.

Richard Horton, redactor jefe de la prestigiosa revista médica The Lancet, la calificó de “demente e inquietante”.

La OMS exhortó a sus contribuyentes a compensar la retirada norteamericana.

China, que acusa a Washington de “sustraerse a sus obligaciones”, hizo saber que asumiría su responsabilidad, directa o indirectamente, para apoyar a la OMS.

A principios de mayo, Pekín se comprometió a una suma de 1.100 millones de dólares. Y el 18 de mayo, en un mensaje a la Asamblea Mundial de la Salud, reunión anual de los Estados miembros de la OMS, el presidente Xi Jinping prometió 2.000 millones.

Dos días antes del anuncio de la retirada de Estados Unidos, la OMS lanzó una fundación destinada a recibir fondos privados y de ciudadanos de todo el mundo.

Tedros Adhanom Ghebreyesus ha negado, no obstante, querer reemplazar a Estados Unidos con esta fundación, un proyecto que databa de 2018, según explicó.

Este sábado, el ministro alemán de Salud, Jens Spahn, afirmó que la decisión de Estados Unidos de romper con la institución supone un “serio revés para la salud mundial”.

El ministro consideró además que la Unión Europea debe “comprometerse más” con ella desde el punto de vista financiero.

Lawrence Gostin, profesor del O’Neill Institute for National and Global Health Law en la universidad de Georgetown y colaborador de la OMS, consideró la decisión del presidente Trump de “ilegal”, por dos motivos: Estados Unidos ha firmado y ratificado un tratado de adhesión a la OMS, y los créditos son votados por el Congreso estadounidense.